Diócesis de Temuco

Monseñor Héctor Vargas “La alegría del discípulo es antídoto”

“La espiritualidad forma parte de todo hombre que se abre al misterio y que busca vivir según las distintas dimensiones de este misterio. Ella es signo de las personas auténticas, que frente al mundo real y a la historia, han hecho una opción valórica decisiva, fundamental y unificante de toda la vida, capaz de dar un sentido definitivo a la existencia”, fueron las palabras que el Obispo Diocesano entregó a los asistentes en la celebración del Día de la Espiritualidad de las Fuerzas Armadas y de Orden que se realizó el viernes 14 de julio en la Catedral de Temuco y que fue concelebrada por el Pbro. Rino Cáceres, Capellán del Destacamento de Montaña N°8 Tucapel y el Pbro. Jenaro Acevedo, capellán de la Base Aérea Maquehue.

Monseñor Vargas, fue muy enfático en señalar que el hombre no se resigna a una vida privada de sentido, porque en él resurge un antiguo problema de la filosofía, es decir, saber si la vida merece o no merece ser vivida. “De este modo, ya sean las pequeñas o las grandes acciones de la vida, deberían tener una finalidad en el plan que Dios estableció al llamar a un hombre a la existencia”.

“ Si el ser humano no quiere reducir su existencia a un pobre vivir sin destino alguno, tiene la obligación de hacer una opción fundamental por aquellos valores a los cuales adherir, que den sentido a toda su existencia y lo hagan progresar  en un auténtico humanismo”, palabras a las que reforzó manifestando de que la conciencia de que existe alguien que ha pensado en nosotros incondicionalmente, y que no nos abandona por ninguna razón, es una experiencia desconcertante y benéfica, y que al mismo tiempo provoca una respuesta responsable y coherente, que se vuelve opción de fe frente a la revelación del Reino de Dios, en la historia en la Persona de Cristo Jesús.

Fue así, que el Obispo de la Diócesis San José de Temuco, recalcó en señalar que “La historia de la humanidad, a la que Dios nunca abandona, transcurre bajo su compasiva mirada… por ello, al preocuparnos de nuestra espiritualidad nos estamos preocupando de lo más profundo y esencial de nosotros mismos y también de la salud del alma de la sociedad, sólo así podrá ser más humana”.