Diócesis de Temuco

Monseñor Héctor Vargas: “Se requiere priorizar valores como la solidaridad y la asociatividad, especialmente en La Araucanía”

En todo el Templo Catedral de la Diócesis San José de Temuco, se escuchó el Kul Kul, instrumento ancestral, que marcó el inicio de la celebración del Te Deum, Acción de Gracias a Dios por nuestra Patria y que presidió monseñor Héctor Vargas Bastidas, en presencia de las más altas Autoridades de la Región.

Fue así, que en procesión desde la entrada del Templo, portando la Santa Cruz, cirios e incensario, ingresó el Obispo Diocesano junto al clero, al son del canto de entrada. Luego, destacando nuestros emblemas e Himno Patrio, como signos de nuestra vida y de nuestra identidad como país libre y soberano, se cantó con renovado sentimiento el Himno Nacional, acompañado por la banda del Destacamento de Montaña N° 8 Tucapel.

Tras la proclamación del Santo Evangelio, monseñor Vargas, en su homilía se refirió sobre el contexto cultural actual, enfocándose en el cambio de época que vivimos: “Se desvanece la concepción integral del ser humano, su relación con el mundo y con Dios. Se deja de lado la preocupación por el bien común para dar paso a la satisfacción inmediata de los deseos de los individuos, a la creación de nuevos y, muchas veces, arbitrarios derechos individuales, a los problemas de la sexualidad, la familia, las enfermedades y la muerte”.

Destacó que si bien es cierto, que nuestra capacidad intelectual y de conocimiento ha crecido, no lo ha hecho en el mismo grado nuestra grandeza como persona, ni nuestra potencia moral y humana, “A través de las grandes tribulaciones de la época que vivimos, reconocemos cada vez más que debemos encontrar de nuevo un equilibrio interior, y que estamos necesitados de crecimiento espiritual. Hay un gran vacío que el anuncio del Evangelio debe saber colmar”.

Apuntó a que corrientes de pensamiento actuales consisten en decir que el hombre no es capaz de la verdad, “Pero visto de ese modo, tampoco sería capaz de ética. Así cada uno debería buscar con qué parámetros se las arregla para vivir, y el único criterio, sería en todo caso, la opinión de la mayoría. Pero qué destructivas pueden ser éstas cuando están en contra de la verdad. Nos lo ha demostrado la historia mundial reciente”.

“Este nuevo estilo de desarrollo y pensamiento, conduce cada vez más a una suerte de parámetro tiránico al cual todos debemos adherir, y que a partir de ahora debe hacerse normativo para todos. Pensar diferente es sinónimo de intolerancia e incluso odio y se expone a sanciones. El hecho que en nombre de la tolerancia se elimine la tolerancia, es una verdadera amenaza ante la cual nos encontramos(…) Estas nuevas ideologías han llevado a una especie de crueldad y desprecio de la persona humana, antes impensables porque se hallaba todavía presente el respeto por la imagen de Dios, mientras que, sin ese respeto, el hombre de absolutiza a sí mismo y todo le está permitido, volviéndose entonces realmente destructor”, expresó.

Resaltó que desde la Doctrina Social de la Iglesia, “Cuánto anhelamos nosotros que cada persona y sociedad tuvieran un auténtico desarrollo en todos los ámbitos. Sin embargo, para que ello sea posible no sirve cualquier tipo de sociedad, sino que se requiere un modelo que por sobre todo, ubique en el centro de sus intereses la dignidad de la persona humana.  Ello exige necesariamente estar en posesión de una  sabiduría suficiente, que permita conocer cuál es la identidad, vocación y destino último de la persona y del género humano, y ponerse al servicio de todo ello (..) Es por ello que desde la fe, no podemos cansarnos en anunciar que la grandeza del hombre consiste, precisamente, en ser imagen de Dios”.

Sobre algunos de los desafíos preocupantes, el Obispo de Temuco señaló que: “ El impacto mayor de estos estilos de vida y pensamiento, nos afectan a todos, pero en especial a nuestros adolescentes y jóvenes. En efecto y desgraciadamente en el contexto de América Latina, las nuevas generaciones de nuestro País y en modo peculiar en la Región, encabezan el aumento del VHI Sida, de los suicidios, del alcoholismo y la droga. Por otra parte, las cifras oficiales nos hablan de un promedio anual de más de mil abusos sexuales en La Araucanía. Es nuevo y preocupante el fenómeno de quienes no desean estudiar ni trabajar. A los serios índices de pobreza en La Araucanía, debemos sumar también los de la contaminación y deterioro del ambiente”.

“Por otra parte, la estadística oficial señala un promedio de más mil abusos sexuales por año en La Araucanía, dejando al descubierto un drama de proporciones. Lamentablemente, con clérigos involucrados, también nosotros hemos aportado a esta tragedia social. Por muy devastador que sea nuestro dolor por esto, nunca superará al de las víctimas, con quienes tenemos un compromiso de acogida, justicia, reparación y verdad”, señaló.

Indicó además sobre las dificultades para relaciones afectivas estables, “Se nos destruye la familia,  postergación en la llegada de los hijos, y crecen las parejas que les basta uno solo, o que no desean tenerlos, lo que es muy preocupante. Los nacimientos han bajado en un 5,2% en Chile, lo cual producirá un impacto no menor en la conformación de la sociedad y mantener el nivel de productividad, con una población ya envejecida. Se comenzarán a consumir más recursos de los que se producen, bajando así la calidad de vida”. Al respecto, fue muy enfático en señalar que: “Es por ello que desconcierta un proyecto de ley que busca terminar en forma directa con la vida de los seres humanos más indefensos y vulnerables, como son los niños y niñas engendrados. La violencia contra las personas nunca puede ser el método para solucionar los problemas. Ello sólo llevaría a una sociedad que cada vez más despreciará la vida en sus diversas formas, y por ende, más violenta e injusta”.

Pensar La Araucanía desde el Humanismo Solidario

Sobre este tema, monseñor Héctor Vargas, ahondó sus palabras en plantear que: “Si bien sabemos que en el país, y especialmente en La Araucanía, vivimos tiempos difíciles. Desgraciadamente, pareciera ser que algunos de los temas tratados, como la intolerancia, la violencia, individualismo, desconfianza general, pobreza y la interminable espera del pueblo mapuche, se han apoderado del ambiente social (…) Debemos afirmar también, que en las últimas décadas, el Estado y diversos Gobiernos, han venido haciendo múltiples esfuerzos y llevando a cabo variedad de iniciativas, que reconocemos y agradecemos como valiosas, con el fin de sacar a la Región del estancamiento económico y productivo, de la violencia y atención a las víctimas, como de responder a las legítimas aspiraciones del mundo indígena. Concordamos a su vez que siguen siendo insuficiente para el logro de estos objetivos”.

Acentuó en que: “Hoy esperamos un nuevo pronunciamiento sobre la Región de parte del Presidente de la República. Se trata del Plan Araucanía, del cual esperamos tanto buenas noticias acerca de anhelos políticos del pueblo mapuche, como de los Proyectos de Ley que sobre este tema que están en el Congreso, y decisiones que favorezcan en modo importante la inversión, producción, comercio y empleo (…) Sin embargo, las soluciones no pueden venir sólo de acciones estatales, sino que se requiere de algo mucho más profundo, y ello depende exclusivamente del aporte, compromiso y cambio de actitudes de quienes vivimos aquí. Si ello no ocurre, hasta las mejores iniciativas venidas de fuera, pueden naufragar”.

Llamados a ser Artesanos de Unidad

Haciendo eco a las palabras que SS Francisco nos entregó en Maquehue, recordó que: “La unidad pedida y ofrecida por Jesús reconoce lo que cada pueblo, cada cultura está invitada a aportar en esta bendita tierra. La unidad es una diversidad reconciliada porque no tolera que en su nombre se legitimen las injusticias personales o comunitarias. Necesitamos de la riqueza que cada pueblo tenga para aportar, y dejar de lado la lógica de creer que existen culturas superiores o culturas inferiores. Esto nos introduce en el camino de la solidaridad como forma de tejer la unidad, como forma de construir la historia; esa solidaridad que nos lleva a decir nos necesitamos desde nuestras diferencias para que esta tierra siga siendo bella (…) Por otra parte, así como las promesas incumplidas son una forma de violencia, es imprescindible defender que una cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse tampoco en base a la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas. No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división, aumentando la fractura y separación. La violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa. Por eso decimos con fuerza: Señor, haznos artesanos de unidad”.

Constructores de Diálogo

El obispo fue muy categórico en proponer como camino ineludible el diálogo social, “Esto no es negociar con la finalidad de obtener sólo un beneficio particular, ya sea personal, social, sectorial, político o económico, sino pensar en una mejor solución para todos. Muchas veces esta cultura del encuentro se ve envuelta en el conflicto porque pensamos diferente. Pero no debemos temer el conflicto,  porque si no asumimos que lo tenemos, no podremos dialogar ni superarlo nunca. Se trata de construir una unidad que no rompe las diferencias, sino que las vive en comunión por medio de la solidaridad y la comprensión”.

Profetas de Esperanza

Dijo, que en la sociedad, es necesario romper el círculo vicioso de la angustia y frenar la espiral del miedo, fruto de esa costumbre de centrarse en las malas noticias.

“La invitación es luchar con ese sentimiento de impotencia y de resignación que con frecuencia se apodera de nosotros, arrojándonos en la apatía, en  la desesperación, o desatando el odio (…) También hoy las personas que se dejan conducir por el Evangelio en medio del drama de la historia, son como faros en la oscuridad de este mundo, que iluminan el camino y abren nuevos senderos de confianza y esperanza. Por eso nunca  todo está perdido y es el momento de reconstruir nuestra sociedad. Pero ello tiene que ser sobre cimientos sólidos, en valores y principios, a pesar de que las confianzas estén rotas. Se requiere priorizar valores como la solidaridad y la asociatividad, especialmente en La Araucanía.”

Concluyó sus palabras, señalando que el Chile y la Región que construimos todos,  nos necesita para volver a construir confianzas y esperanzas, en las personas, en las instituciones y sus líderes,   “Tenemos que ser capaces de sentarnos a dialogar, elevando el debate público, para avanzar buscando el bien común y de un modo particular mejorar las condiciones de vida de quienes más lo necesitan.  Este ejercicio será fecundo si lo hacemos aunando voluntades, desde los principios fundamentales de una democracia, desde un auténtico humanismo, y desde una concepción de la sociedad que de verdad respete a las personas, la sociedad y la vocación humana”.

Cabe destacar, que la machi Silvia LLanquileo, junto a Leoncio Queipul y miembros del Pueblo Mapuche, realizaron una rogativa de acción de gracias por nuestra patria y la región. Además, del Himno del Te Deum a cargo del Coro Catedral, dirigido por el maestro Fernando Trujillo.