Diócesis de Temuco

Obispo de Temuco “ Esta Iglesia diocesana, no tiene palabras para agradecer el corazón eclesial del Padre Teodoro Arranz”.

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Desde este día jueves, el querido Padre Teodoro, estrena la vida nueva del Resucitado. Un hombre a quién el Señor enriqueció de muchas virtudes, entre ellas la alegría, el optimismo, la fortaleza, la fraternidad, la solidaridad,  y el emprendimiento. Todas vividas desde el testimonio de una fe tan sencilla como profunda.

Siguiendo las huellas del santo obispo  Antonio María Claret  y Clará, consagró de muy joven su vida al Señor, y dejando su natal Castilla La Mancha, España, llegó como misionero a Temuco, por la que gastó y desgastó el resto de sus sesenta años de vida a favor de la educación de los jóvenes, la promoción humana y la evangelización del pueblo sencillo en las comunidades eclesiales de base de la Parroquia El Corazón de María. Allí, se multiplican los testimonios acerca de su capacidad de servicio, entrega y solidaridad hacia los más pobres.

Con el apoyo de muchos llevó titánica tarea de reconstruir el templo parroquial y colegio, luego de un voraz incendio hace décadas.  Renovar en el amplio sentido de la palabra el histórico  y gran colegio Claret, que dirigió por años hasta hace muy poco. En él lideró la formación integral de miles de alumnos y alumnas, abriendo siempre espacios para recibir a los hijos de familias vulnerables. Su último esfuerzo fue la reconstrucción de la actual torre parroquial luego del último sismo.

Su imparable celo pastoral,  le llevó a misionar en las fronteras existenciales que tanto nos clama el Papa Francisco, iniciando la hermosa obra de la Escuela Especial Claret, fruto de su misericordioso corazón de padre y maestro, lo que permitió crear un espacio vital de atención, acompañamiento y desarrollo personal para la niñez y juventud con capacidades diferentes. Obra que le permitió hasta el último servir a tantas familias necesitadas de oportunidades así para sacar a sus hijos adelante, y a la vez, llenar de alegría su sacerdocio. Ello me lleva a recordar a  un gran Santo educador, San Juan Bosco, que en una ocasión expresó: “he prometido a Dios, que hasta mi último aliento, será en bien de mis queridos jóvenes”. Por ello, hace un tiempo recibió la distinción de “ciudadano ilustre”, que otorga la Municipalidad, por el significado de su aporte a la sociedad.

Y por último, un hombre que amó a su Iglesia y se entregó por ella. Esta Iglesia diocesana, no tiene palabras para agradecer el corazón eclesial del Padre Teo. Siempre presente, activo y comprometido con el caminar de la diócesis. Para este sacerdote justo y bueno, a semejanza de muchos otros que en el silencio y humildad han ofrecido y ofrecen a diario su vida por amor a Dios y a los demás, probablemente no tendrá artículos,  ni reportajes televisivos, ni ocupará titulares en  los medios, no se harán películas sobre él ni se escribirán novelas. Los sacerdotes que son hombres de Dios, no son noticia, cuando no,  su vida y frutos silenciados. Pero el Señor y el santo Pueblo de Dios lo saben, y eso nos basta. Querido P. Teo, descansa en la paz de Cristo.