Rodeado de sus amigos más cercanos que viajaron desde Valparaíso, sacerdotes, de nuestro pastor monseñor Héctor Vargas y trabajadores del Obispado de Temuco, Mons. Sergio Contreras Navia festejó un nuevo año más de vida.
Don Sergio, desde el 15 de enero de 1978 hasta el 03 de noviembre del 2001, gobernó la Diócesis San José de Temuco. Monseñor Sergio Contreras Navia, bajo el lema “No he venido a ser servido, sino a servir”, le dio gran impulso al apostolado de los laicos y a la promoción humana y cristiana de los más desposeídos. Se preocupó de los Derechos Humanos, manteniendo un Comité de Solidaridad y reconstruyó la Iglesia Catedral, destruida por el terremoto de mayo de 1960. El 19 de marzo de 1981, día de San José, puso la primera piedra de la nueva Catedral, contando con la colaboración de numerosos fieles que esperaban tener un templo terminado para la visita de SS Juan Pablo II. A monseñor Contreras, le correspondió recibir al papa Juan Pablo II, cuya visita fue tan fecunda y marcó tanto el corazón de la región.
“Con motivo de sus 90 años, hemos estado celebrando con un cariño muy grande a un gran obispo, tanto en la Conferencia Episcopal como en la Diócesis de Temuco, a Don Sergio Contreras, quien también en algún momento sirvió a la Iglesia de Valdivia. En realidad se le recuerda con mucha gratitud y de manera particular por toda la obra evangelizadora y sobre todo por la gran promoción de la Doctrina Social de la Iglesia y la defensa de los Derechos Humanos en una época muy difícil de la historia reciente de Chile. El Clero de Temuco, lo recuerda con un cariño inmenso como un verdadero padre, él formó a la gran parte del clero actual y lo quieren muchísimo”, señaló monseñor Héctor Vargas, quien iluminó con la Palabra y entregó una bendición especial a este querido Pastor.
De igual modo, el Vicario General, el Pbro. Giglio Linfati, resaltó que: “Un Pastor muy querido que hizo tanto bien a la Iglesia de Temuco, un Pastor bueno, un Pastor profeta, un hombre de Dios, un misionero, un hombre valiente, entregado al Evangelio, un gran testimonio de vida. Damos gracias a Dios porque aún está entre nosotros, conservando su sonrisa de siempre”.