Portando el Estandarte de la Unidad de Combate del Destacamento de Montaña N° 8 Tucapel y al son de la Banda Instrumental, se ingresó al Templo Catedral para dar inicio a la Vigilia de Armas, al atardecer del pasado viernes.
[dropcap]E[/dropcap]l juramento a la Bandera ha tenido siempre raíces en la Divinidad. Los hombres de todos los tiempos han invocado a Dios como testigo de sus promesas o juramentos para demostrar su veracidad.Fue así, que monseñor Héctor Vargas tras saludar a las Autoridades presentes, entre ellas el Intendente de La Araucanía y el Pastor de la Iglesia Metodista, señaló: “ Cuando se habla de juramento, se habla de compromiso, es una gran responsabilidad y es con la Patria, con nuestro Pueblo, con su gente (…) el juramento es para toda la vida y es poner su servicio para los demás, su vida, su vocación es estar para la Patria, es un compromiso de por vida, se trata de servir a los demás y no de servirse a los demás, como muy bien dice el Señor en una parte de su Evangelio, yo no he venido a ser servido sino que he venido a servir y a entregar mi vida por la salvación de muchos, esa frase del Señor tiene mucho significado respecto de lo que ustedes van hacer, tiene que ver con la vocación de un soldado, este es un compromiso muy serio”.
A continuación, en representación de la Iglesia Metodista, elevó su oración el Pastor Jaime Medina. Luego, representantes del Pueblo Mapuche efectuaron una rogativa por tan especial momento.
Durante la ceremonia, se efectuó la toma de compromisos de los padrinos, quienes han manifestado ser guías y orientadores de sus ahijados, momento muy relevante cuando el Capellán del Ejército, el Padre Rino Cáceres, procedió a asperjar con agua bendita a los ahijados y padrinos.
Acto seguido, fue depositar cirios a los pies de la imagen de la Virgen del Carmen, patrona y generala juramentada del Ejercito y Fuerzas Armadas de Chile.
Al concluir la Vigilia, hace abandono de la Iglesia el estandarte de Combate, mientras la Banda instrumental interpreta el Himno Nacional.
“Vigilia de Armas”
En la época Medieval existieron juramentos de fidelidad a Dios y al Rey; eran más personales pues la idea de patria o nación era menos desarrollada que en nuestro tiempo.
Una de las tradiciones más significativas para el soldado o guerrero medieval, era su admisión a las armas, o en el caso de los nobles, el ser armado caballero. Es en ésta tradición donde tiene sus orígenes este Juramento. La iniciación en las armas era precedida de un tiempo de oración, penitencia, meditación y ayuno.
Cuando el Ejército Libertador de Los Andes estaba ya en disposición de partir, el día 5 de enero de 1817, en la Plaza de Mendoza se realiza una “Magna Ceremonia Religiosa Patriótica”. El General San Martín deposita el Bastón de Mando en las manos de la Imagen de la Virgen del Carmen y agita la Bandera diciendo: “¡Soldados, esta es la Primera Bandera que se ha levantado en América!”.
La unión de la Virgen con la bendición de la Bandera del Ejército y la entrega del Bastón de Mando del Mariscal, es un todo que compromete dicho juramento. Allí está el fundamento del primer juramento de los soldados de nuestra Patria.
Tiempo después, el 9 de Julio de 1882, a las 12.30 horas, comienza una de las gestas más heroicas de nuestra Patria: “La Batalla de La Concepción”, en donde 77 jóvenes chilenos juran no rendirse ante el enemigo defendiendo su Patria y su Bandera, pese a la superioridad numérica de sus opositores.
Este Juramento es el gran momento en que el Soldado se entrega a su pueblo para servirlo por sobre el interés material, incluso con la personal disposición de dar la vida si es necesario.
Oficiales, Clases y Soldados Conscriptos, que han jurado, rueguen a Dios por este significativo acontecimiento. Están entregándose para siempre a ser los Caballeros de la Paz y ellos solamente se construyen dando todo en su servicio diario a la Patria.