El sábado 22 de Octubre, en dependencias del Colegio Green House, se realizó este masivo encuentro eclesial que congregó a más de 300 agentes pastorales, provenientes de todas las parroquias, establecimientos educacionales, movimientos, entre otros; instancia convocada por Monseñor Héctor Vargas y la Vicaría de Pastoral.
La Jornada se inició muy temprano con el proceso de inscripción y la entrega de las carpetas. Luego, el obispo diocesano, celebró la Santa Eucaristía donde expresó su agradecimiento de esta comunión eclesial: “Durante estos meses, hemos realizado en los 5 decanatos, las Asambleas Decanales, donde participé y compartí con todos ustedes, quienes propusieron trabajar en una Iglesia viva y participativa, todo esto en un ambiente de mucha comunión (…) el verlos discernir y escuchar lo que dice el Espíritu, es una experiencia extraordinaria, es una Iglesia viva y deseosa de servir en esta Tierra, el Señor nos llama a una Iglesia misionera en salida”.
El Padre Rogelio Henríquez, Vicario de Pastoral, dio a conocer el plan de trabajo de la Jornada y la línea de la Asamblea como nos recuerda la Misión Continental. De este modo, se brindó un espacio de reflexión para dar a conocer el trabajo previo efectuado en cada Asamblea con sus resultados. Fue así, que el diácono Guillermo Díaz, secretario de Vicaría de Pastoral, ahondó en este proceso y las prioridades, donde coincidió en el anhelo de familia, como una de las principales tareas de evangelización en camino hacia el Año Pastoral 2017.
DESAFIOS PARA LA FAMILIA Y LA ESCUELA
Monseñor Héctor Vargas, expuso sobre el anhelo de familia, donde se refirió a: “Este gran don que el Señor entregó al Mundo desde el inicio (…) Familia que Dios eligió formar en un poblado perdido, en una periferia casi invisible. Sin embargo, precisamente allí, inició la historia más santa y más buena, la de Jesús entre los hombres.”
Señaló que: “Los hijos son la alegría de la familia y de la sociedad, los hijos son un don, un regalo, ser hijos es la condición fundamental para conocer el amor de Dios, que es la fuente última de este auténtico milagro. Como educadores cristianos, quisiéramos reflexionar en una característica esencial de la familia, es decir, su naturaleza vocacional a educar los hijos, para que crezcan en la responsabilidad de sí mismos y de los otros”.
Manifestó que, actualmente, se han multiplicado los llamados expertos, que han ocupado el papel de los padres también en los aspectos más íntimos de la educación. “La educación entraña la tarea de promover libertades responsables, que opten en las encrucijadas con sentido e inteligencia; personas que comprendan sin recortes que su vida y la de su familia y comunidad también está en sus manos y que esa libertad es un don inmenso (…) Las escuelas cristianas están llamadas a ofrecer apoyo a la misión educativa de las familias, pero sin olvidar que si bien los padres necesitan de la escuela para asegurar una instrucción básica de sus hijos, nunca pueden delegar completamente su formación moral”.
“Deseamos que el Señor done a las familias cristianas la fe, la libertad y la valentía necesarias para su misión. Si la educación familiar reencuentra el orgullo de su protagonismo, muchas cosas mejorarán, para los padres inciertos y para los hijos decepcionados”
El Obispo de Temuco y Presidente Área Educación de la Cech, brindó algunos desafíos educativos, “Algunos padres están algunas veces tan concentrados en sí mismos, en su trabajo, en el rol heredado de ser ante todo proveedores y a veces en sus propias realizaciones individuales, que descuidan a la familia. (…)Es verdad que deben ser compañeros de sus hijos, pero sin olvidar que son el padre. Eso, no les hará bien a ellos. Los hijos no necesitan más amigos y compañeros porque les sobran. Requieren de padre y éste es único e insustituible. Un buen padre sabe también corregir con firmeza (…) Cuando el camino educativo muestra sus frutos en una maduración de la libertad personal, el propio hijo en algún momento comenzará a reconocer con gratitud que ha sido bueno para él, crecer en su familia e incluso sufrir las exigencias que plantea todo proceso formativo”.
“La corrección es un estímulo cuando también se valoran y se reconocen los esfuerzos de los hijos y cuando ellos y ellas descubren que sus padres mantienen viva una paciente confianza. Un niño corregido con amor se siente tenido en cuenta, percibe que es alguien, advierte que sus padres reconocen sus posibilidades”, señaló monseñor Héctor Vargas.
Expresó además sobre: “El invaluable valor educativo de los hermanos, en la familia, es entre hermanos donde se aprende la convivencia humana, cómo se debe convivir en sociedad. Tal vez no siempre somos conscientes de ello, pero es precisamente la familia la que introduce la fraternidad en el Mundo. La fraternidad en la familia resplandece de modo especial cuando vemos el cuidado, la paciencia, el afecto con los cuales se rodea al hermanito o a la hermanita más débiles, enfermos o con discapacidad (…) Tener un hermano, una hermana que te quiere, defiende, ayuda o corrige, es una experiencia fuerte, impagable, insustituible. Lo mismo sucede en la fraternidad cristiana.
También, se refirió a la formación ética: “La tarea de los padres incluye una educación de la voluntad y un desarrollo de hábitos buenos e inclinaciones afectivas a favor del bien. Esto implica que se presenten como deseables comportamientos a aprender e inclinaciones a desarrollar (…) Una formación ética eficaz implica mostrarle a la persona hasta qué punto le conviene a ella misma obrar bien (…) Las costumbres adquiridas desde niños tienen una función positiva, ayudando a que los grandes valores interiorizados se traduzcan en comportamientos externos sanos y estables”
Respecto a la transmisión de la fe, dijo que “La familia se convierte en sujeto de la acción pastoral mediante el anuncio explícito del Evangelio y el legado de múltiples formas de testimonio (…) Todos deberíamos ser capaces de decir, a partir de lo vivido en nuestras familias que hemos conocido el amor que Dios nos tiene, sólo a partir de esta experiencia, la pastoral familiar podrá lograr que las familias sean a la vez, iglesias domésticas y fermento evangelizador en la sociedad. (…)Nos hemos limitado a señalar algunos desafíos que hoy se ofrecen a la familia a la hora de educar a sus hijos. Ahora, nos queda a nosotros como comunidades educativo-pastorales, discernir en nuestros proyectos educativos las formas en que podemos favorecer y acompañar a los padres, en estos desafíos y en su rol de ser maestros de vida del fruto de su amor”.
Tras la exposición del obispo diocesano y Presidente del Área Educación de la Conferencia Episcopal de Chile, expuso Claudio Pérez, Director Ejecutivo del Centro de Estudios de Desarrollo, quien se refirió sobre la situación política del país.
TRABAJOS GRUPALES
Durante la tarde, se efectuó el trabajo de los grupos afines, donde se reunieron los sacerdotes, diáconos, religiosas/os, directores de colegios católicos, académicos de la UCT, agentes pastorales laicos, organismos o áreas diocesanas y movimientos, quienes reflexionaron respecto a las exposiciones y ahondaron en los cuestionamientos formulados, respecto a la familia y la Iglesia en salida.
Tras lo cual, los secretarios de grupos dieron a conocer una síntesis de dichos acuerdos, los que fueron entregados en el plenario.
Al finalizar, monseñor Héctor Vargas en la Liturgia de Envío, agradeció la participación y entrega en la jornada y reiteró el llamado de ser una Iglesia en estado de Misión.