En estos días santos, nuestro Pastor diocesano Monseñor Héctor Vargas Bastidas se reunió para conmemorar la Institución de la Eucaristía, del Orden Sagrado y del amor fraterno. Fue así que recordando una tarde como aquel día, en la víspera de su Pasión, Jesús se reunió con sus discípulos para celebrar la Cena de Pascua, mostrándonos en ella como ha de ser el amor entre quienes quieren seguirlo y ser sus discípulos. Nuestro Obispo, reunido junto a la comunidad en el Templo Catedral, celebró este sacramento de amor, reafirmando cada uno sus anhelos de ser fiel al Señor, imitando en nuestra propia vida lo que Él hizo para cumplir en amor la voluntad del Padre. Señaló “Es el mismo Señor quien hoy se nos hace presente, se sienta a la mesa con nosotros y nos dice, he deseado comer esta pascua con ustedes”.
“Queda claro, que en esa Cena tan significativa de que el Señor instituye la Eucaristía y el Sacerdocio, estos son dos grandes regalos, dones, que Jesucristo en su Ultima Cena dejó para la humanidad y para su Iglesia, la finalidad de ambos es estar al servicio de la vida de las personas, para todos, sin distinción, para que tengan vida en El, para que alimentados con su Cuerpo y con su Sangre tengan vida en El, tengan vida plena, puedan vivir la vida del Señor en sus propias vidas y así vivir aquella vida que no conoce el ocaso” señaló monseñor Héctor Vargas.
Al referirse al sacerdocio manifestó que “Está también al servicio de su pueblo, al servicio de todos y todas, un sacerdocio a imitación del sacerdocio de Jesucristo. Todo sacerdote consagrado lleva en sí el sacerdocio del Señor y El a través de sus sacerdotes quiere seguir ejerciendo su sacerdocio a favor del mundo y a favor de toda la humanidad, a través de los siglos hasta que El vuelva, entonces su sacerdocio se hace carne en los sacerdotes que El elije para que sirvan a su pueblo, para que lo santifiquen , para que le perdonen sus pecados, para que ese sacerdocio pueda llegar a todos los que sufren, a los pobres, a los últimos, para que a través de sus sacerdotes el pueblo de Dios pueda experimentar la misericordia de Jesucristo”.
En este Día Santo, el obispo diocesano, monseñor Héctor Vargas Bastidas, nos recordó que el gran regalo de la Cena del Señor fue el mandamiento del amor y que el Señor lo quiso expresar en el servicio “ En el servicio humilde, sencillo, por el bien del otro, es el mandamiento del amor, ¡¡¡Mandato del Amor!!!, porque es un mandato, ámense los unos a los otros, así como yo los he amado a ustedes. Este mandato del Señor y la Eucaristía junto al Sacerdocio, son inseparables los tres, se iluminan unos a otros, los tres juntos manifiestan claramente en qué consiste la salvación del Señor”, señaló además que “Nunca nos falten estos dones, signo de su presencia, de su servicio y de su amor por nosotros”.
Fue así, que monseñor Vargas en este Día Santo nos ilumina señalando que: “Jesús después de haber terminado la Cena, se levantó y lavó los pies a sus discípulos, expresando en un hecho concreto su amor, servicio y humildad. De igual manera, nos invita a hacer lo mismo entre nosotros haciendo vida el mandamiento, ámense unos a otros como yo mismo los he amado”, entonces, Monseñor Héctor lavó los pies a doce integrantes de la Agrupación de Hombres Católicos de la Diócesis.
El Viernes Santo, en todas las parroquias acompañamos en su Pasión a nuestro Señor y el camino del Vía Crucis. En la provincia de Malleco, en la comuna de Angol, monseñor Héctor Vargas junto a la Comunidad de la parroquia Inmaculada Concepción, permanecieron junto a Él en estas horas de su pasión, en su camino hasta el Calvario.