En la ceremonia del Juramento a la Bandera, que presidió monseñor Héctor Vargas Bastidas, Obispo de la Diócesis San José de Temuco, señaló que: “Esta tradicional y significativa celebración en estos días, nos da la ocasión de hacer una sencilla reflexión al respecto. “Juramento” consiste en la invocación del nombre divino como testigo de la verdad, con el fin de garantizar lo más posible la fuerza y la estabilidad de relaciones fundadas en la verdad y en la confianza. Se reconoce a Dios como garantía absoluta y suprema de las propias afirmaciones y promesas”.
Agregó además que: “En las situaciones normales de la relación social, la persona se pone a sí misma, su propia fisonomía moral, como garantía de sinceridad y veracidad; o bien se apela al testimonio y a la garantía de otros hombres estimados por su veracidad y sinceridad. En situaciones excepcionales, la palabra de un hombre relativa a valores fundamentales, puede tener necesidad de la garantía absoluta del único que puede darla, es decir, Dios en cuanto verdad y fidelidad subsistentes”.
“Se trata, como resulta evidente, de un acto que trasciende para el cristiano el significado puramente formal, instrumental y jurídico, cuidando de hacer de él un acto de culto, animado de una profunda fe en Dios que, a la vez que constituye el sentido veraz del juramento, constituye también su garantía. Garantía que puede expresarse también en las tres clásicas condiciones para que este acto sea lícito y no se exceda (Jer 4,2): la verdad, de lo contrario tenemos el perjurio; justicia: las afirmaciones verdaderas y las promesas sinceras deben ser también morales; juicio, en el sentido de razón proporcionada. Si el juramento está unido a un acto directamente dirigido en perjuicio de otros o bien en perjuicio del bien público o de la salvación eterna, tal acto no tiene del juramento confirmación alguna”.
Concluyó sus palabras, en la ceremonia realizada el viernes 6, en el Templo Catedral, donde asistió el Destacamento de Montaña N° 8 Tucapel, los Altos Mandos y los Juramentados, diciendo que: “En medio del preocupante relativismo y sociedad líquida en que vivimos, y sus graves consecuencias, estamos llamados más que nunca a luchar por la verdad, la justicia y la razón. Un buen comienzo es esforzarnos por ser fieles a nuestras promesas y juramentos, como nuestros valientes soldados lo han hecho en estos días. También es esto se juega nuestra dignidad y el bien común de la entera sociedad”.