En la Solemne Vigilia Pascual presidida por nuestro Obispo Monseñor Héctor Vargas Bastidas, en el Templo Catedral de Temuco, la gran cantidad de fieles asistentes celebraron la Resurrección del Señor con gran recogimiento, Noche Santa en la que con toda la Iglesia, se elevó la oración de alabanza y gratitud a Dios Padre, porque ha estado grande con nosotros resucitando a Jesús y con El otorgándonos nueva vida.
La celebración de esa noche fue constituida por una serie de profundos signos, que manifestaron y comunicaron esta gran noticia de la Resurrección. Así, en medio de la oscuridad se bendijo el fuego, con el que se encendió el Cirio que representa a Cristo Resucitado, se escuchó el Pregón Pascual, la acción salvadora de Dios en la historia con el relato de las lecturas bíblicas, se entonó el Gloria y el Aleluya como expresión de triunfo y alabanza, se renovaron las Promesas Bautismales y nos alimentamos con el Cuerpo de Cristo.
Esta es la gran noche en que hemos sido liberados de la esclavitud del pecado y del señorío de la muerte.
Tras la Liturgia de la Palabra se entonó el Gloria y el Aleluya, como expresión de triunfo y alabanza.
Monseñor Héctor Vargas Bastidas, en sus palabras señaló que: “Es la noche del silencio del discípulo que se encuentra entumecido y paralizado, sin saber hacia dónde ir frente a tantas situaciones dolorosas que lo agobian y rodean. Es el discípulo de hoy, enmudecido ante una realidad que se le impone haciéndole sentir, y lo que es peor, creer que nada puede hacerse para revertir tantas injusticias que viven en su carne nuestros hermanos”.
Agregó: “La tumba vacía quiere desafiar, movilizar, cuestionar, pero especialmente quiere animarnos a creer y a confiar que Dios acontece en cualquier situación, en cualquier persona, y que su luz puede llegar a los rincones menos esperados y más cerrados de la existencia. Resucitó de la muerte, resucitó del lugar del que nadie esperaba nada y nos espera, – al igual que a las mujeres-, para hacernos tomar parte de su obra salvadora. Este es el fundamento y la fuerza, que tenemos los cristianos para poner nuestra vida y energía, nuestra inteligencia, afectos y voluntad en buscar, y especialmente en generar, caminos de dignidad”.
Monseñor Héctor, nos invita en este tiempo de la resurrección a que: “Él resucitó y con él nuestra esperanza y creatividad para enfrentar los problemas presentes, porque sabemos que no vamos solos.
Celebrar la Pascua, es volver a creer que Dios irrumpe y no deja de irrumpir en nuestras historias desafiando nuestros conformantes y paralizadores determinismos. Celebrar la Pascua es dejar que Jesús venza esa pusilánime actitud que tantas veces nos rodea e intenta sepultar todo tipo de esperanza”.