Diócesis de Temuco

Monseñor Héctor Vargas » Reconstruir la Convivencia Social»

Ante los dolorosos acontecimientos que vivimos en estos días, más allá de la necesidad urgente de enfrentar sus graves consecuencias por el bien de toda la población,  con responsabilidad y de acuerdo a las exigencias del Estado de Derecho, se requiere reconstruir la convivencia social, el bien común, el diálogo,  basados en la amistad cívica, y en el pleno respeto de la vida y la dignidad de cada persona. En la trasgresión a  estos valores, de algún modo, todos tenemos parte de responsabilidad, y por ello exigidos en la búsqueda y compromiso de soluciones. Es un imperativo ético. Antes de buscar culpables en el ámbito que sea, se requiere un gran mea culpa a nivel personal, familiar, social, político, económico y mediático,  respecto de la sociedad que hemos venido construyendo entre todos, y si ésta es la sociedad que en realidad necesitamos.

Este momento interpela de algún modo, las  conquistas democráticas, sociales y económicas logradas en  las  últimas décadas, reclama de  interpelaciones profundas a toda la sociedad, buscando promover el cambio personal y de  estructuras. Hoy los ciudadanos quieren ir más allá y quieren formar parte de la toma decisiones, que éstas se tomen de cara al país. La solución es compleja, requiere de una profunda reforma estructural a nuestras instituciones, que se haga cargo de las nuevas formas de participación de los ciudadanos, que sea capaz de responder a las expectativas de estos.

Lo anterior implica el fortalecimiento del ethos público, que en primer lugar, exige superar el individualismo asocial y abrirse a un sentido de comunidad. En otras palabras, tener un sentido del «nosotros». Entonces, la pregunta clave en lo social no es lo que le conviene a un individuo o grupo social, sino lo que conviene al país. Es pensar desde el bien común, recordando que el significado profundo de la convivencia civil y política, no surge inmediatamente del elenco de los derechos y deberes de la persona, sino en la amistad civil y en la fraternidad. Se trata de un principio que lamentablemente se ha quedado en gran parte sin practicar, en las sociedades políticas modernas y contemporáneas, sobre todo a causa del influjo ejercido por las ideologías individualistas y colectivistas.

Es por ello que el Papa Francisco insiste en que las clases dirigentes han de estar conscientes que también el resto de la sociedad puede aportar a la hora de  interpretar correctamente la realidad y ofrecer respuestas los problemas que la afligen, reconociéndole el papel de  protagonista de  su historia. En consecuencia, la política debiera ayudar a hacer emerger lo mejor de  las personas y colectivos que constituyen la alteridad y diversidad social, sin  perder la unidad de  la comunidad humana concreta. En este sentido  el rol del Estado, las políticas públicas, la autonomía activa de la comunidad social y las organizaciones intermedias, son sustantivas para dar  pasos a un Chile más justo y fraterno.