Con motivo de la celebración del Día del Catequista, el Obispo de la Diócesis San José de Temuco, Monseñor Héctor Vargas Bastidas, extiende un afectuoso saludo a todos nuestros catequistas y agradece por su gran labor en la promoción de la vida cristiana.
Queridas hermanas y hermanos catequistas
En el “Día del Catequista”, les saludo con particular afecto y gratitud en nombre de toda nuestra Iglesia de “San José de Temuco”. Es la ocasión para reconocer el profundo significado de su entrega generosa y en ocasiones sacrificada, con la finalidad de preparar a los sacramentos, educar en la fe a sus destinatarios, anunciarles a Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, y así entusiasmarlos para vivir en la Iglesia y en el mundo, las consecuencias del mandamiento del amor. Más aún en el contexto de la pandemia, en que nos exige testimoniar la solidaridad y la esperanza cristiana en medio del dolor y angustia de la humanidad.
Por eso, no hay palabras para definir lo invaluable del significado de su misión, a lo largo y ancho del vasto territorio diocesano. No hay que olvidar que no pocas comunidades cristianas y eclesiales de base, conversiones personales y familiares, vocaciones a la vida laical y consagrada, diversidad de grupos, surgieron de una sencilla pero hermosa catequesis.
Para el Papa, el catequista es aquel que se ha puesto al servicio de la Palabra de Dios, que frecuenta esta Palabra diariamente para hacer de ella su alimento y participarla con los demás con eficacia y credibilidad.
Así, la catequesis es la comunicación de una experiencia y el testimonio de una fe que enciende los corazones, porque introduce el deseo de encontrar a Cristo.
Por ello es necesario que quienes sirven en la catequesis, entiendan, que el gran desafío al que se enfrentan para educar en la fe, es en primer lugar la débil identidad cristiana de los destinatarios y, por esta razón, necesitados de proximidad, acogida, paciencia, amistad. Sólo así la catequesis se convierte en promoción de la vida cristiana, apoyo en la formación global de creyentes e incentivo para ser discípulos misioneros.
Gracias por su testimonio de fe, de servicio y de amor a la Iglesia de Jesucristo, el Señor. Que la intercesión de María Santísima y San José, les haga fieles a su vocación.
Encomendándome a sus oraciones, les saludo con afecto de Padre y Pastor. Un gran abrazo.