En columna para el diario El Austral de la Araucanía, el obispo de Temuco opina sobre las instancias de diálogo respecto del Proyecto de Ley sobre “escaños reservados” para incluir a representantes de los pueblos originarios en la Convención Constituyente.
Al iniciar el texto, el obispo Vargas habla del contexto en que se dio la discusión: «hemos sido testigos de un intenso, complejo y a ratos polarizado debate político», agregando que no fue fácil y estuvo a punto de sucumbir aún cuando todos los sectores declaraban compartir el objetivo y fundamentación.
«De hecho una primera votación terminó sin acuerdo, arriesgando un complejo escenario para la credibilidad de Estado, el prestigio de la clase política, el reconocimiento de la pluriculturalidad del país y la legitimidad de la Constituyente, por su insuficiente representatividad. Finalmente, debido a una incansable voluntad de diálogo, la convicción que ante todo hay que servir un bien superior, y la consciencia de una deuda histórica impostergable hacia estos pueblos, logró en la Comisión Mixta el necesario acuerdo transversal», recalca el pastor.
Como «valioso ejemplo de la fecundidad de un auténtico diálogo, en donde la comunicación no quiere ser un monólogo» califica el obispo el esfuerzo por comprender y aceptar diversidad de personas, pensamientos, sensibilidades y visiones.
Luego el obispo señala que para que haya armonía es necesario que existan diferencias, las que nos enriquecen, recordando lo dicho por el Papa Francisco: “La uniformidad nos anula, nos hace autómatas. La riqueza de la vida está en la diversidad, por lo que el punto de partida no puede ser ´voy a dialogar´ pero aquel está equivocado”.
Continúa la reflexión invitando a acoger la experiencia y perspectiva del otro y recordando que el diálogo queda frustrado cuando sirve de estrategia para segundas intenciones.
«No hay que temer el conflicto. En el diálogo es lógico que se dé el conflicto, puesto que las personas desde claras identidades pensamos de manera diferente. Por el contrario, estamos invitados a asumir el conflicto, aceptar sufrirlo para resolverlo y transformarlo en un eslabón de un nuevo proceso», reafirma monseñor Vargas, conectando con otro pensamiento de Francisco: se puede desarrollar una comunión en las diferencias porque “la unidad es superior al conflicto” (EG 228).
Es por ello que al finalizar, Héctor Vargas señala «confiemos que la historia, más allá de esta coyuntura, sepa valorizar en el tiempo este gran gesto de nuestra clase política en un tema de gran significado y también simbólico hacia nuestros pueblos, desde un Estado que recién comienza el largo camino de la justicia, reparación y reencuentro».