Este domingo en la Iglesia universal de Jesucristo celebramos la Fiesta de la Ascensión del Señor y que en Chile -nuestra patria-, lo hacemos en el comienzo de una nueva etapa. Construir juntos una nueva Carta Fundamental y nuevos gobernantes que están llamados a servir a todo el pueblo de esta querida nación. Las últimas 5 semanas hemos reflexionado sobre la Propiedad Privada, la Dignidad Humana, los Derechos Humanos, el Principio de Subsidiaridad y el Bien Común en relación con una Nueva Constitución.
Hoy iluminados por la Palabra de Dios podemos descubrir como la misma Iglesia necesita de una Carta Fundamental para su misión, que solo entendemos desde la Solemnidad de Pentecostés, que tiene como inicio la Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión del Señor. La Iglesia en la persona de los Apóstoles experimenta cómo es el empezar una etapa nueva sin la presencia de Jesús, pero esperanzados y animados por su Palabra; lo que disipa todo temor y -que gracias al Espíritu Santo enviado por Jesucristo-, la Iglesia se anima a predicar seguros que el Señor nos asiste y nos confirma (Cfr. Dei Verbum 7-10).
Nuestro Señor nos enseñó el valor intransable de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural; una mirada antropológica filosófica y teológica, que conduce la reflexión sobre el ser humano; y, que el magisterio de la Iglesia y los Santos Padres -actualmente el Papa Francisco- han enseñado, y nosotros los cristianos, -mayoría en el país- aspiramos sea un principio que esta nueva Constitución consagre como derecho fundamental. Cualquier redacción que no consagre esta verdad; no permite alcanzar el proyecto de Dios, de la persona humana; y, crecer y ser cada vez más “imagen y semejanza de Dios”, y alcanzar la plenitud de la vida y la felicidad, que todo ser humano aspira y busca.
Seguros y ciertos de que el Señor “hace nueva todas las cosas”, en este momento histórico de nuestro país y amada región de La Araucanía, caminamos juntos -todos-, en dialogante encuentro con el rostro en alto y una mirada transparente que eleva nuestra alma a los fines últimos de la persona y al bien común de toda la creación.
En las manos de Dios y en el discernimiento cristiano, buen domingo para todos y ¡Viva nuestro País!
COLUMNA DE OPINIÓN
+HECTOR VARGAS BASTIDAS
OBISPO DIÓCESIS SAN JOSÉ DE TEMUCO
PUBLICADA EL DOMINGO 16 DE MAYO, DIARIO AUSTRAL DE TEMUCO