Diócesis de Temuco

Monseñor Vargas “Ministros de la Caridad”

Columna de opinión de Monseñor Héctor Vargas Bastidas, obispo de la Diócesis San José de Temuco, publicada el domingo 15 de agosto en el  Diario Austral.

Que fecunda es la vida de la Iglesia, damos gracias a Dios, por la celebración de la Ordenación diaconal de 23 hermanos nuestros para el servicio de la caridad. Es un hecho histórico en la vida diocesana de la Iglesia de Temuco y de nuestro país. En nuestra Iglesia Catedral fuimos testigos en torno a la Santa Eucaristía como por la imposición de mis manos y por la oración consecratoria 23 hermanos se consagran para el servicio de la Iglesia. Iluminados por la Parábola de Buen Samaritano les invitaba a descubrir el sentido del ministerio diaconal como camino de hacernos cargos de las exigencias ineludibles de la realidad humana. Somos responsables del herido que está al borde del camino.

El Papa Francisco nos advierte que todo este servicio y entrega no solo es un bien para el desarrollo integral de quien lo recibe, sino que es un bien esencial y necesario para quien lo realiza, porque es en el encuentro con el otro donde nos descubrimos en nuestra mas propia identidad, ser para otros.

Así la cultura del encuentro nos desafía a buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos. El sujeto de esta cultura es todo el pueblo, no somos islas. El amor al otro por el solo hecho de ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Solo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posible la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos.

La Iglesia tiene un papel público que no se agota en sus actividades de asistencia y educación, sino que procura la promoción del hombre y la fraternidad universal. No pretende disputar poderes terrenos, sino ofrecerse como un hogar entre los hogares, para testimoniar al mundo actual la fe, esperanza y el amor al Señor y a aquellos que Él ama con predilección. La Iglesia es una casa con las puertas abiertas, porque es madre. Y como María, la Madre de Jesús, queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad, para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación. Gran encomienda para estos nuevos consagrados. Buen domingo para todos.