Siendo ya parte de la historia de la Diócesis San José de Temuco y de la capital regional de La Araucanía, los hermanos franciscanos de la comunidad parroquial de Nuestra Señora de Lourdes, parten de la ciudad y con mucho sentir, fueron acompañados en la celebración de la Santa Misa, el martes 27 de diciembre, por sacerdotes, diáconos y cientos de feligreses.
Fray Carlos Paz, Ministro Provincial de la Congregación Franciscana en Chile, señaló sobre este tiempo de esperanza:” En primer lugar, a nivel de sentimientos, por supuesto hay un sentimiento de conmoción, de pena porque siempre una partida es dolorosa, mucho más cuando después de tantos años tenemos que decir, partimos porque necesitamos fortalecernos en un proceso profundo de reencuentro con la vocación, con la identidad franciscana, revitalizarnos (…) seguramente sembrando y seguramente semillas que han prendido y dado fruto y la esperanza, como dijo el Papa al comienzo de este mes, hacer realidad el milagro de la multiplicación de la esperanza”.
Por su parte, el Pbro. Juan Andrés Basly, administrador diocesano, se refirió sobre la espiritualidad franciscana, “Hay muchos sentimientos encontrados, uno nunca quiere que se vayan los hermanos pero sin embargo, las cosas de Dios no son las cosas de los hombres y el Señor nos ha pedido que ellos también por necesidades pastorales deban partir. Estoy muy agradecido de su presencia por tantos años y triste también , pero a la vez con hartos desafíos y llenos de esperanza”.
El Hermano José Manuel, ofm, quien por 6 años vivió en esta comunidad franciscana en la ciudad de Temuco, dijo: ” Actualmente vivo en Castro, pero desde los años 2009 al 2014, viví aquí en Temuco. Por eso desde Castro me quise hacer presente en este momento, que ciertamente no es fácil dejar una presencia de tantos años, rostros, vivencias, experiencias de la Fe, no es fácil dejarlo, pero también esto hay que verlo a la luz de la esperanza, en que todo se renueva, en que la comunidad cristiana también tiene una rica espiritualidad, que es la franciscana, pero que también tienen que seguir caminando con el nuevo pastor que van a tener. Así que desearle a la comunidad de la parroquia San Francisco Nuestra Señora de Lourdes, que sigan acompañando, animando a su pastor y desde esa realidad vivir también el carisma que por tanto tiempo les acogió”.
La señora Zulema Cordero, feligresa de la comunidad franciscana, también expresó su sentir: “Son mucho años recorridos aquí y vividos con los hermanos franciscanos y es hoy día cuando queremos darle gracias en nombre de la Orden Franciscana Seglar, en nombre de todos ustedes , quienes nos han enseñado a amar a Dios de una manera especial, a la manera de San Francisco de Asís. Pensamos que es una gran labor a seguir, una gran labor por mantener la espiritualidad. Creo que vivir la espiritualidad franciscana, es vivir el evangelio de la vida (…) Gracias, gracias, gracias en nombre de cada uno de ustedes y en el nombre de toda la Orden Franciscana Seglar de la Parroquia. Que el Señor los bendiga, que el Señor les dé fuerza en su vocación”.
Son tantos testimonios y sentimientos que reflejan el dolor ante esta partida, como las palabras de la señora Georgina Soto Cerda: ” Toda mi vida he estado junto a los hermanos franciscanos, más de 80 años, esta es mi casa, mi comunidad, son tantas cosas, muchas, muchas que quisiera decirles, nos entregaron todo, todo, a ser hermanos y a ser sociables y humildes, que siempre nos inculcaron eso y no se va a olvidar nunca”.
Alejandra Rivera, catequista, expresó: ” Soy Catequista desde el 2007, ingresé a los scout de la parroquia a los 13 años, es muy triste porque es una vida, es todo, el compartir con tanta gente, con cada sacerdote que llegó, es vivir la fe en comunidad, en fraternidad, si bien es cierto, cada uno en su grupo, pero cuando teníamos que reunirnos, estábamos todos presente, dejamos de lado las diferencias, ahí éramos un cuerpo, éramos una fraternidad de hermanos”.
Son miles de historias y bellos testimonios de tantos hermanos que vivieron esta espiritualidad, basada en los escritos de San Francisco, Paz y Bien.