Escribe: Mons. Jorge Concha Cayuqueo, Obispo Diócesis San José de Temuco
Desde 1986, el último domingo del mes de agosto, la Iglesia chilena celebra el Día de Oración por los Pueblos Originarios y nos invita a dar gracias por el don de miles de hermanos y hermanas que conservan sus culturas y tradiciones, un tesoro que hace fecunda nuestra patria. Habitantes primigenios de estas tierras lejanas, como las comunidades aymaras, rapanui, onas, pehuenches, picunches, chonos, mapuches, entre tantos otros, estaban en el plan de Dios, cuando Jesús, antes de subir al cielo, envía a sus apóstoles a predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra.
“Como discípulos de Jesucristo, encarnado en la vida de todos los pueblos descubrimos y reconocemos desde la fe las “semillas del Verbo” presentes en las tradiciones y culturas de los pueblos indígenas de América Latina. De ellos valoramos su profundo aprecio comunitario por la vida, presente en toda la creación, en la existencia cotidiana y en la milenaria experiencia religiosa, que dinamiza sus culturas, la que llega a su plenitud en la revelación del verdadero rostro de Dios por Jesucristo” (Documento de Aparecida, 529).
Por lo tanto, como Iglesia chilena este domingo nos reunimos para vivir la Eucaristía y orar por nuestros hermanos y hermanas de los pueblos originarios, especialmente por el pueblo mapuche que habita en nuestra región. Es fecha propicia para pedir al Dios de la paz que nos ayude a buscar caminos que nos lleven al diálogo, al entendimiento, al respeto por las culturas de tantos pueblos que habitan en esta hermosa tierra que lleva por nombre Chile. Cuando estamos en las vísperas de iniciar el mes de la Patria, se hace urgente trabajar por lograr una sana convivencia entre los pueblos, donde todos somos hermanos, e hijos de un mismo Padre. Por eso, reunidos en el día de oración, pidamos al Señor, la gracia, de ser instrumento de paz, con un espíritu sencillo, humilde, reconociendo a nuestros hermanos y hermanas que conservan en sus culturas y tradiciones, un tesoro que hace fecunda nuestra patria.
Hoy nos hacemos eco de las palabras de nuestros pastores, al brotar en ellos la convicción de que necesitamos pedir al Padre común una ayuda muy especial como Iglesia reunida en familia para rezar por nuestros pueblos originarios. Es así, como el año 1983 nació este Día de Oración por los Pueblos Indígenas. En particular, recordamos las palabras de San Juan Pablo II, cuando en 1987, en su visita a La Araucanía, llamó a los hijos e hijas de esta tierra, a valorar y a conservar, con sano orgullo, las tradiciones, idioma y valores del Pueblo Mapuche, como expresión de la multiforme manifestación de la única semejanza que todos los hombres poseen con el Creador.
Por eso, con gratitud, nos unimos en oración todas las comunidades de la Diócesis, ofrecemos nuestras intenciones por la dignidad de todos los pueblos originarios de Chile y, en especial, por el Pueblo Mapuche, agradecemos y reconocemos su cultura, y anhelamos seguir construyendo el Reino de Dios con una mirada pluricultural, anhelando siempre la paz y el bien común.
Así también, recogiendo las palabras que refuerzan el mensaje que el papa Francisco nos entregó en su visita a Temuco, el 18 de enero de 2018 cuando nos invitó a ser Artesanos de Unidad, tarea que tenemos pendiente, para trabajar por la justicia y así, allanar caminos para un verdadero encuentro entre hijos de la misma tierra. Pedimos oración, para que se restituya su dignidad, que sus hijos e hijas crezcan sin postergaciones, con oportunidades y con identidad de su cultura.
Ayer sábado, recordábamos la memoria del joven Beato Ceferino Namuncurá, un ejemplo de un mapuche que nunca abandonó su origen, y que quiso prepararse para ser útil a su gente. Que el Beato Ceferino Namuncurá nos ayude, con su intercesión, a desterrar todo tipo de violencia que se ha ido engendrando en nuestra región.
Oremos e imploremos misericordia, al Dios de la Paz, para que haga brillar su luz, en las mentes y corazones de quienes hoy destruyen nuestras capillas, escuelas, postas, fuentes laborales afectando a nuestra gente que lucha día a día por tener una mejor vida, en paz, dignidad y respeto. ¡Feliz Domingo para todos!