Escribe: Mons. Jorge Concha Cayuqueo, obispo Diócesis San José de Temuco
En los últimos días del mes de febrero, inician sus actividades las diversas comunidades educativas. Primero se integran los educadores y luego lo harán los estudiantes. Por eso, quisiera comenzar saludando a todos los educadores y educadoras que, como hermanos mayores, caminan junto a sus estudiantes buscando ayudarlos a crecer integralmente.
La educación no es solo un entregar conocimientos, sino busca formar personas, que con sus herramientas puedan enfrentar los desafíos de la vida, ser felices y construir un mundo mejor. La formación se va dando a través de la vivencia que se realiza en las diversas comunidades educativas; lo que anhelamos para nuestros estudiantes se lo vamos entregando en la vivencia del día a día. Quisiera proponer tres ideales: fraternidad, servicio y responsabilidad social.
La fraternidad surge en reconocer un Padre común que nos hace hermanos. Y la vamos construyendo en la medida que reconocemos a las otras personas como un don, un regalo, donde distinguimos lo positivo de los otros. Como decía Juan Pablo II: «saber ‘dar espacio’ al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros (cf. Ga 6,2) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias» (Novo Millennio Ineunte 64).
Nuestro modelo de servicio para los cristianos es Jesucristo, el que lo expresa amando hasta dar la vida en la Cruz. El servicio lo adquirimos contemplando y aprendiendo de nuestras familias y también de nuestros educadores, tanto profesores como asistentes de la educación. Como dice el Papa Francisco, «el cristiano existe para servir, no para ser servido» (Homilía, 26 de abril de 2018). El servicio es expresión del amor que nos lleva a sacrificarnos por otros, renunciando y buscando el bien común. El servicio es expresión de la victoria sobre el egoísmo y la envidia.
Cuando miramos nuestro mundo, vemos la necesidad de crecer en responsabilidad social. En la vida cotidiana vamos aprendiendo a preocuparnos por el otro, por el mundo que nos rodea. En palabras del Papa Francisco es «custodiar toda la creación, la belleza de la creación… es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia… Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien». (Homilía, 19 de marzo de 2023).
Que Dios les bendiga en este hermoso desafío que es la educación.