Escribe:Mons.Jorge Concha cayuqueo,OFM,Obispo Diócesis San José de Temuco
En el amanecer de la conmemoración de un nuevo día de la mujer, que no sólo fue el pasado 8 de marzo. Todos los días, somos testigos de ejemplares historias de fuerza y valentía de miles de mujeres que día a día lideran sus propias luchas en sus hogares, vida profesional y desempeño social, cuidando de su entorno, y, al mismo tiempo, la dignidad y la misión de la mujer, sorteando condicionamientos con no pocos obstáculos, que sin duda es cada vez más valorada, visibilizada y reconocida socialmente.
Las mujeres, obra maestra de Dios, creadoras por naturaleza, son las madres que dan vida, que cuidan a sus hijos con una devoción inquebrantable. Son las hijas, las hermanas, esposas, las trabajadoras incansables que luchan por el bienestar de sus familias y su comunidad. En sus pasos, se esconde la esencia misma de la fortaleza y la perseverancia, iluminadas por la luz radiante y rectora de María, Virgen y Madre.
En cada rincón, encontramos a esas mujeres artesanas de amor, unión y fraternidad, que, con sus delicadas manos, Dios ha confiado gran parte del futuro del mundo en complemento del hombre, haciendo que la convivencia humana busque cada día su realización.
“El genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales” (Evangelii Gaudium, n.103).
Saludamos, honramos y celebramos la fortaleza de las mujeres y reconocemos su compromiso en la construcción de una sociedad más humana y más justa. Que Dios, cuyo plan de vida es para todos y su Hijo dio su vida por este plan de vida y amor, bendiga a todas las mujeres. Que su luz, su corazón tierno y su mente creativa sigan aportando para un presente y un mañana más justo, más próspero y con equidad social.