Diócesis de Temuco

El Valor de la Vida a la Luz del Evangelio

Escribe: Mons. Jorge Concha Cayuqueo, obispo Diócesis San José de Temuco.

En este sentido el Evangelio de Marcos 3, 20-35, que la liturgia de la Iglesia, nos invita a leer este Domingo, nos ofrece una oportunidad para reflexionar profundamente sobre el valor de la vida. En este pasaje, Jesús se enfrenta a las acusaciones de los escribas, quienes afirman que actúa con el poder de Beelzebú (el príncipe de los demonios). En este contexto, Jesús declara: “Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir”. (Marcos 3, 24-25). Respecto a la contingencia, cabe señalar el empeño constante de las autoridades, debe ser velar por la unidad, el bien común y el valor profundo de aspectos tan trascendentales como la vida, desde su concepción, hasta su muerte natural, por ello los obispos señalan: “Lamentamos profundamente estas iniciativas, que atentan contra el valor sagrado e inviolable de la vida humana. Cuando el país y la misma autoridad están empeñados y haciendo grandes esfuerzos por crear un ambiente de mayor seguridad y de un mejor cuidado de la vida de todos, estas propuestas resultan contradictorias con ese afán. La Iglesia no cesa de recordar que la dignidad de todo ser humano tiene un carácter intrínseco y vale desde el momento de su concepción hasta su muerte natural”.

La unidad, es un anhelo constante que necesita de altos ideales y convicciones profundas, que no nos lleven a falsas promesas, o discursos ambigüos; hoy más que nunca se hace necesario ser claros y no estar divididos, o acomodados a las situaciones que me benefician de manera egoísta; buscar la unidad es un responsabilidad social, para valorar la dignidad de cada ser humano.

Jesús nos invita a considerar que el valor de la vida no se mide unicamente por los lazos de sangre (familia), sino por nuestra participación en la gran familia de Dios. Al hacer su voluntad, nos convertimos en hermanos y hermanas en una comunidad de fe que trasciende nuestras relaciones terrenales. Este llamado a la fraternidad universal nos desafía a valorar cada vida humana como única, digna y esencial. En palabras de los obispos: “Un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades”.

El Evangelio de este domingo nos desafía a reevaluar nuestras prioridades y a preguntarnos cómo estamos contribuyendo al bienestar de los demás. Los obispos del comité permanente, bien lo expresan: “Llamamos a todos a no relativizar el valor de la vida humana. Lamentablemente, la percepción de la gravedad del aborto y de la eutanasia se ha ido debilitando progresivamente en la conciencia de muchos, lo que está en consonancia, por otra parte, con el desprecio a la vida humana que se manifiesta en nuestros días en medio de guerras, violencias, delincuencia y otros males que dañan de manera especial a los inocentes”. En una sociedad donde muchas veces se mide el valor de la vida por criterios materiales o de éxito personal, el mensaje de Jesús nos invita a buscar el bien común y a valorar la vida en su totalidad.

Que este escenario social, nos permita como creyentes ir reconociendo a cada persona como parte de la familia de Dios, valorando la vida, la patria, la dignidad humana, y nuestra espiritualidad, más allá de nuestras circunstancias inmediatas y nos esforzamos por construir una comunidad donde todos puedan vivir con justicia y equidad. Sigamos el ejemplo de Jesús, quien nos muestra que el verdadero valor de la vida se encuentra en hacer la voluntad de Dios y en amarnos unos a otros como hermanos y hermanas en la fe. Sin olvidar a los más vulnerables y a los más frágiles. Que todos tengan un bendecido Domingo y una excelente semana.