+ Jorge Concha Cayuqueo, OFM, Obispo Diócesis San José de Temuco
En los próximos días, con un día feriado, celebraremos a lo largo del todo el país, con diversas expresiones, de la religiosidad popular y de la piedad de los fieles a la Virgen del Carmen, Madre y Reina de Chile. Nuestra devoción a ella – quien nos lleva a su Hijo Jesús – no es sólo una tradición arraigada en el alma de nuestra patria, desde los albores de su vida independiente, sino una fuente de inspiración y esperanza para construir una gran nación de hermanos, donde cada uno tenga pan, respeto y alegría, como se reza en la Oración por Chile.
La Virgen del Carmen, una vez más, nos recuerda la importancia de la unidad y la solidaridad; en ella encontramos el ícono de madre amorosa que cuida y guía a sus hijos, inspirándoles a ser mejores personas y ciudadanos, todo esto en medio de los escenarios que cada día vemos que se hacen más complejos: violencia en muchas ocasiones despiadada, maltrato en todas sus formas, drogadicción que es un flagelo que cada día afecta especialmente a los jóvenes en el campo y en ciudades. Por ello, la Virgen María, debería inspiramos a una mayor unidad y empatía frente al sufrimiento que está en cada corazón que se fractura, frente a estos escenarios de oscuridad social.
En el anhelo de una sociedad más justa y equitativa, debemos mirar hacia María, madre y mujer de esperanza. Su ejemplo de fe y amor incondicional nos llama a trabajar juntos para alcanzar el bien común, que en nuestro contexto lo podemos relacionar con el “Küme Moguen” de la cultura mapuche, que es el buen vivir, desde una red multifactorial de acontecimientos y disposiciones de las personas a este fin. De este modo, así como María llevó a Cristo al mundo, nosotros debemos llevar sus enseñanzas a nuestra vida diaria, promoviendo la paz, la justicia y la fraternidad.
En el Evangelio de Juan, encontramos esta dulce expresión de Jesús a María al pie de la Cruz, empatizando con el dolor de ella, sin dejarla abandonada: «Mujer ahí tienes a tu hijo, y al discípulo, le dice: ahí tienes a tu madre» (Juan 19, 26). Estas palabras nos invitan a cultivar el amor y el respeto mutuo, construyendo una nación donde todos puedan vivir con respeto y alegría. Donde a nadie le falte la dignidad de un hogar, del saberse familia, un techo digno y el ser reconocido hijo y parte de esta patria común.
La Virgen del Carmen nos llama a seguir el camino de su Hijo, Jesús, y a ser portadores de esperanza en medio de las dificultades.
María, Madre de esperanza, llévanos a Cristo y guíanos en nuestra misión de construir una nación de hermanos, unidos en el amor y la solidaridad.