La Cuaresma en nuestro país no solo es sinónimo de un ciclo litúrgico sino también de un tiempo inspirado en la fraternidad y la solidaridad. La campaña de Cuaresma es un clásico en muchos hogares a través de la conocida alcancía o “cajita”; la cual no solo espera una contribución de parte nuestra al término de dicha campaña, sino un auténtico ejercicio de caridad, entendida ésta como la motivación y el modo cómo debemos acercarnos al hermano, y no como una limosna. Por tanto, participar de la Campaña de Fraternidad no es un mero cumplir sino una oportunidad para ser parte de una obra de amor, que sigue presente a favor de los que más sufren, y de los que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Bajo el lema “aportando juntos, cambiamos vidas” desde el 5 de marzo hasta el 13 de abril, seguimos en dicha campaña, que nos involucra a todos. La cual el año pasado logró ejecutar 18de 21 proyectos presentados en nuestra diócesis, lo que ascendió a la suma de $ 10.884.000, que apoyaron el trabajo con niños y niñas (de 0 a 14), en diversas comunas del territorio diocesano.
Por tanto, esta campaña que dirige sus recursos en un 30% a un fondo nacional, y por tanto, en un alto porcentaje al trabajo diocesano, debe ser vivida con mucha generosidad por todos nosotros. A nivel nacional, desde el año pasado, se están ejecutando 35 proyectos con una cobertura que llegará a miles de niños.
Debemos tomar conciencia de que el Desarrollo Infantil es un desafío que involucra la realidad de Niños y Niñas de todo el país. De hecho, se observa en la encuesta CASEN, en la cual encontramos que de los 3.300.000 de niños y niñas (0 a 13 años) en Chile, un 19% vive situación de pobreza y un 4,8% en pobreza extrema. En términos de educación inicial, en lo que respecta a niños y niñas entre 0 y 4 años, el Estado mantiene una cobertura de 29, 6%, hecho que se ve agravado por una deserción del 44,3%. Por tanto, hay mucho por hacer, y no podemos desentendernos de esta realidad y llamado, que debe inspirar nuestra acción concreta; para eso existe esta campaña.
Los proyectos del año pasado en nuestra diócesis fueron variados y muy interesantes, desde festivales a talleres, pasando por cursos para generar habilidades motoras cognitivas y destrezas, adquisición de instrumentos y juegos infantiles, en diversos grupos e instancias de parroquias y fundaciones, en síntesis proyectos de carácter social y pastoral, pero que tuvieron únicos destinatarios, nuestros queridos niños y niñas; quienes con la colaboración de muchas personas comprometidas con su fe, y con mucho sentido solidario, llevaron adelante con grandeza todos estos proyectos; a todos ellos nuestro agradecimiento. Por tanto, esta campaña es realmente una bendición de Dios, gracias a la generosa y comprometida vivencia de este tiempo de conversión, donde nuevamente tenemos la ocasión de hacernos partícipes. No dejemos pasar esta campaña, porque estaríamos restando nuestro valioso aporte que tanto bien puede seguir realizando, porque “Aportando juntos, cambiamos vidas”.