Diócesis de Temuco

Presbiterio  de Diócesis de Temuco, renueva su entrega en el marco del Jubileo del Centenario

En Misa Crismal

La Santa Misa, fue  presidida por monseñor Jorge Concha Cayuqueo, OFM, junto a los Sacerdotes y Diáconos de la Diócesis San José de Temuco. En su homilía, el obispo se refirió a la bendición de los Santos Oleos y el Santo Crisma, -que son para los diversos sacramentos- y a la renovación de las Promesas Sacerdotales, » Contemplaremos la acción de Dios en favor de su pueblo.  Acción de Dios que llega de muchas formas, libremente, como solo Él quiere y que también llega a nosotros de forma sacramental», señaló.

En la Liturgia de la Palabra, la primera lectura, fue leída por Cecilia Muñoz, de la parroquia San José Costa de Trovolhue. La segunda lectura, de la parroquia Cristo Rey de Angol, la agente pastoral Ema Arriagada.

La lectura del Evangelio de San Lucas 4, 16-21, fue a cargo del Diácono en Tránsito, Andrés Caro Fuentes.

En su homilía, monseñor Jorge compartió sus palabras con una profunda reflexión sobre el misterio del sacerdocio y el tiempo que vivimos como sociedad, “La historia de la salvación nos muestra que el Señor ha querido contar con colaboradores para llevar adelante su obra redentora. “Dios los ha llamado, los ha elegido para ungir, servir y acompañar a su pueblo”, señaló el obispo.

Monseñor Jorge también hizo un llamado a la esperanza en medio de las dificultades actuales: “Vivimos tiempos complejos, tiempos de mucha violencia, desigualdad, flagelos sociales… Pero no estamos solos. Dios está con nosotros, sobre todo en los pequeños y en los que sufren. Él camina con su pueblo”, e invitó a orar especialmente por los países en guerra y por quienes viven situaciones de dolor, pidiendo no desconectarse de la realidad, sino ser presencia viva del amor de Dios en medio del mundo.

El obispo destacó que el centro de esta celebración es el Hijo de Dios, el Ungido por el Espíritu Santo. “Todo gira en torno a Cristo, al que el Padre ha consagrado y enviado. Y nosotros, los sacerdotes, por pura gracia hemos sido llamados a participar de esta unción”, afirmó. Asimismo, recordó que la vida del sacerdote y su ministerio están profundamente enraizados en la Eucaristía, fuente y culmen de toda vida cristiana. “La Eucaristía nos configura con Cristo servidor, nos sostiene en el camino y nos impulsa a vivir una vida entregada con misericordia”.

El obispo invitó a las comunidades a volver su mirada a la Palabra de Dios y a vivir la fe con esperanza en este tiempo de misión y jubileo por el centenario diocesano, “La Semana Santa es tiempo para contemplar el misterio de la cruz, pero también la certeza de la resurrección. Jesús fue crucificado, pero resucitó. Esta es nuestra fe”, profundizó.

Al culminar su homilía, recordó que el llamado al Orden Sagrado es una gracia inmensa que debe ser vivida con humildad, alegría y servicio. “Estamos llamados a ser sal y luz en medio del mundo. Y esta misión sólo puede sostenerse en la cercanía con Dios y con su pueblo”, concluyó.

Posteriormente, fue la renovación de las promesas sacerdotales, donde los presbíteros renovaron el sí que un día dieron al Señor. Monseñor Jorge los invitó a vivir esta renovación con amor y unidad, permaneciendo fieles al llamado de Dios: “Sacerdotes, unidos a su pueblo y a su obispo, renueven el amor valiente con el que un día dijeron que sí al Señor”, exhortó.

PRESENTACIÓN DE LOS SANTOS ÓLEOS

En el Ofertorio, se presentaron los Santos Óleos, el primero fue el de los Catecúmenos, que llevó el Diácono Héctor Gómez, Oleo que es para  fortalecer a quienes serán bautizados, preparándose para las exigencias de la fe y protegiéndolo contra las insidias del maligno. A continuación, el Diácono Andrés Duarte,  presentó el Óleo de los Enfermos, que robustece el cuerpo y el alma de aquellos que son aquejados por dolencias físicas o de quienes sienten la debilidad propia de su edad avanzada.

Y el SANTO CRISMA,  llevó el Diácono Juan Fonseca, Óleo con el cual se unge a los recién bautizados, los confirmados, las manos de los presbíteros son ungidas, la cabeza de los obispos y se ungen los muros de las Iglesias y los altares en su Dedicación.

CONSAGRACIÓN

El Obispo bendijo primero el Óleo de los Enfermos, con el que la Santa Madre Iglesia, en nombre de Cristo, hace sentir el consuelo de Dios a quienes sufren en el cuerpo y en el espíritu. Luego, el Óleo de la Catecúmenos y la consagración del Santo Crisma, «Pidamos a Dios Padre Todopoderoso, que bendiga y santifique este Crisma para que cuantos sean ungidos externamente con él, también reciban esta unción interiormente y los haga dignos de la divina redención», el obispo sopló sobre el Óleo, junto a la oración de consagración que dijo el Obispo, los Sacerdotes, extendieron su mano derecha hacia el Crisma, momento de mucha solemnidad y silencio.

Al finalizar la Santa Misa, el obispo agradeció a todos e impartió su bendición. Gratitud además al corro proveniente de Angol.

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