Diócesis de Temuco

Obispo acompañó a internos en el Centro de Cumplimiento Penitenciario de Temuco

En esta Semana Santa, el Jueves Santo, el obispo diocesano de Temuco, monseñor Jorge Concha Cayuqueo, OFM, presidió una emotiva liturgia en el Centro de Cumplimiento Penitenciario de Temuco, donde realizó el tradicional gesto del lavado de pies a un grupo de internos. La celebración contó con la presencia del padre Giglio Linfati y de integrantes de la pastoral carcelaria, quienes acompañan con fe y compromiso la realidad de nuestros hermanos privados de libertad.

El obispo, en sus palabras, les recordó a los internos que “Dios no los deja solos, los acompaña cada día más”, alentándolos a mantener la esperanza aún en medio del dolor y la dificultad. En un ambiente de recogimiento y profundo significado espiritual, monseñor Jorge pidió también por las familias de los internos, especialmente por sus hijos, para que reciban consuelo y serenidad en este tiempo de separación.  Manifestó que la fe y la certeza de la misericordia de Dios llega a todos los rincones, incluso aquellos donde la libertad parece perdida, pero donde el alma sigue anhelando redención.

Asimismo, oró por una justicia justa, que actúe con responsabilidad, respeto por la dignidad humana y que no se dilate con el paso del tiempo. Recordó también a los funcionarios de Gendarmería y a todos quienes trabajan en los recintos penitenciarios, reconociendo su labor y pidiendo a Dios que los fortalezca en su servicio.

“Esta Semana Santa nos recuerda que Jesús murió por nosotros, pero también que tenemos la esperanza de la resurrección. Esa es la fuerza que debe sostenernos y elevar nuestro espíritu, incluso en los momentos más difíciles”, expresó el obispo con profunda cercanía.

El Viernes Santo, en tanto, se vivió otro momento significativo, donde la pastoral carcelaria junto a un grupo de internos vivió el Vía Crucis por el interior del centro penitenciario, recorriendo pasillo por pasillo y deteniéndose en cada módulo, donde se rezó una estación. En cada lugar se elevaron oraciones por los internos y sus familias, quienes, con recogimiento, acompañaron esta profunda expresión de fe y esperanza. Fue una experiencia marcada por la oración, el encuentro y la certeza de que Cristo también camina junto a quienes más sufren.