El Miércoles Santo, cientos de feligreses acompañaron a nuestro Pastor, Monseñor Héctor Vargas Bastidas, Obispo de la Diócesis San José de Temuco, en la celebración de la Santísima Eucaristía, en este día sagrado, en que nuestro Señor Jesucristo ha instituido el más grande de los sacramentos y también el Sacerdocio Ministerial.
[dropcap]E[/dropcap]n su homilía, Monseñor Héctor Vargas Bastidas señaló “Celebro con inmensa alegría y gratitud una nueva Misa Crismal, como su Obispo y Pastor. Les saludo a todos ustedes con mucho afecto, que desde sus distintas comunidades han peregrinado hasta el Templo madre de San José para acompañar a sus queridos sacerdotes en la renovación de sus promesas sacerdotales, y en que bendeciremos los Santos Oleos que ungirán y santificaran la vida y los cuerpos de los fieles. Les abrazo especialmente a ustedes, queridos hermanos sacerdotes, que hoy recuerdan como yo, el día inolvidable de nuestra Ordenación”.Agregó: “…el sacerdote celebra cargando sobre sus hombros al pueblo que se le ha confiado y llevando sus nombres grabados en el corazón. Al revestirnos con nuestra humilde casulla, puede hacernos bien sentir sobre los hombros y en el corazón, el peso y el rostro de nuestro pueblo fiel, de nuestros santos y de nuestros mártires, que en este tiempo son tantos.”
Nuestro Pastor profundizó sus palabras expresando “El Señor lo dirá claramente, su unción es para los pobres, para los cautivos, para los enfermos, para los que están tristes y solos. La unción, queridos hermanos no es para perfumarnos a nosotros mismos, ni mucho menos para que la guardemos en un frasco, ya que se pondría rancio el aceite y amargo el corazón. El buen sacerdote se lo reconoce por cómo anda ungido su pueblo, esta es una prueba clara. Cuando la gente nuestra anda ungida con óleo de alegría se le nota”.
Manifestó que nuestra gente agradece el evangelio predicado con unción, agradece cuando el evangelio que predicamos llega a su vida cotidiana, cuando baja como el óleo de Aaron hasta los bordes de la realidad, cuando ilumina las situaciones límites, las periferias, donde el pueblo fiel está más expuesto a la invasión de los que quieren saquear su fe… “Cuando estamos en esta relación con Dios y con su Pueblo, y la gracias pasa a través de nosotros, somos sacerdotes, mediadores entre Dios y los hombres.”
“No olvidar nunca que hemos sido llamados por Dios”
[dropcap]M[/dropcap]onseñor Héctor Vargas dirigiéndose a un Templo Catedral lleno de feligreses provenientes de toda la Diócesis San José de Temuco, Sacerdotes y Diáconos les dijo “hay que salir a experimentar nuestra unción, su poder y su eficacia redentora en las periferias donde hay sufrimiento, hay sangre derramada, ceguera que desea ver donde hay cautivos de tantos malos patrones.”Fue así, que Monseñor Héctor Vargas recalcó que “en los tiempos que vivimos y ante los desafíos que la Iglesia nos propone para la tarea y para nuestra identidad de presbíteros, resulta esencial recordar dos aspectos fundamentales, “No olvidar nunca que hemos sido llamados por Dios… y no olvidar nunca que por sobre todo hemos sido llamados a anunciar el Evangelio.”
Al concluir su homilía, enfatizó señalando que “No podemos quedarnos enclaustrados en la parroquia, en nuestra comunidad, en nuestra institución parroquial cuando tantas personas están esperando el evangelio.”
Llamó a los fieles y les agradece de corazón “que acompañen sin cesar a sus sacerdotes con el afecto, la oración y la colaboración para que sean siempre pastores según el corazón de Dios”.
A continuación, el Obispo invitó a los presbíteros a renovar las promesas de su sacerdocio, instancia donde reafirmaron los compromisos que asumieron al ser llamados el Orden Sagrado.
En la celebración se bendijo los tres Santos Oleos, el óleo de los enfermos, el oleo de los catecúmenos y el Santo Crisma.