El Comité Permanente del Episcopado invita a todos los actores involucrados a dar «pasos efectivos y audaces» para una agenda e itinerario político y social que, con visión de país, se encamine a hacer frente a los «grandes y legítimos temas de fondo, causa del descontento».
En su mensaje los obispos expresan un profundo dolor y una enorme preocupación «por las graves consecuencias de los episodios violentos ocurridos en el último tiempo en la región, entre ellos la muerte de compatriotas, mapuche y no mapuche, hechos que en su momento fueron condenados de manera transversal y que además han sido y están siendo juzgados por los tribunales. También nos inquieta gravemente el enfrentamiento entre civiles que ha impactado al país». Añaden que la historia «no se cansa de enseñarnos que toda acción de violencia sólo produce nuevas injusticias, dolor, pobreza y más violencia, aumentando las fracturas sociales, de por sí difíciles de sanar».
Se pide también que la totalidad de los actores «mediante el diálogo y los acuerdos deben ser capaces de reconocer la diversidad propia de una región donde la multiculturalidad está desde siempre presente».
Los obispos estiman que en la unidad propia de un Estado pluricultural es posible reconocer la valiosa diversidad, que «permita la convivencia armónica de todos», junto a un desarrollo político y social justo.
«Constatamos y compartimos la preocupación de muchos por el camino inconcluso en los procesos de verdad histórica, reconciliación, nuevo trato, reparación, política de tierras y de una nueva institucionalidad indígena, procesos a los que el Estado se ha comprometido, incluso, con la ratificación de tratados internacionales» manifiestan los obispos, destacando: «Los temas de fondo, causa de la situación que vivimos, (….) Se trata de temas de gran relevancia que permanecen vigentes, sin lograr avances ni soluciones concretas, lo que es, principalmente, responsabilidad de las autoridades públicas de los diversos poderes del Estado llamados a su ejecución».
Para avanzar en los temas históricos y culturales, «así como en construir una cultura del encuentro y diálogo para una paz fundada en la justicia» el episcopado señala que se requiere superar «políticas centradas en la contingencia y miradas parciales que sólo se fundan en las necesidades básicas de las comunidades o en la mantención, también necesaria, del orden público».
«Se requiere que los actores involucrados den pasos efectivos y audaces para consensuar una agenda y un itinerario político y social que, con visión de país, se encamine a hacer frente a estos grandes y legítimos temas de fondo, causa del descontento», agregan los pastores.
En la declaración se indica que el país requiere de un proceso de «verdadera «reconversión» que le permita emigrar hacia una auténtica interculturalidad, donde cada persona pueda vivir libre y plenamente su propia identidad, convicciones y cosmovisiones, sin otro límite que el bien común», llamando en estos difíciles momentos «a construir una paz auténtica y sólida que sea fruto de la justicia y del diálogo amplio, sin exclusiones, entre los líderes indígenas, los actores políticos, sociales, económicos y académicos, dejando de lado cualquier expresión de intolerancia».
Los obispos finalizan su interpelación recordando el mensaje del Papa Francisco en La Araucanía, del 17 de enero de 2018, en la que señalaba que, para avanzar en la construcción de una unidad cívica y social, se “necesita y reclama auténticos artesanos que sepan armonizar las diferencias”, pidiendo retomar cuanto antes estas instancias de diálogo y búsqueda de acuerdos e invitando «a orar por La Araucanía, para que el Espíritu de Dios suscite en autoridades y dirigentes sabias decisiones que nos encaminen a un diálogo fructífero por la paz y justicia, con la esperanza que brota del Evangelio».
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