El Cardenal Baltazar Enrique Porras, Arzobispo de Mérida, en su paso por la sede internacional de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), conversó sobre la gravísima situación del país y resaltó los terribles momentos que viven por la escasez de medicinas y de alimentos. A su vez pidió a todos los fieles que se unan a la Jornada de Oración por Venezuela convocada por la Conferencia de Obispos para el próximo domingo.
ACN, 15.05.2017 – La Conferencia Episcopal de Venezuela ha emitido dos comunicados en las últimas semanas referentes a los graves acontecimientos y a la violenta confrontación política por los que está atravesando el país. Se llama a los venezolanos “a rechazar cualquier manifestación de violencia y respetar los derechos de todos y cada uno de los ciudadanos” y recalca el deber de la Constitución Nacional de garantizar “la protesta cívica y pacífica”. En el último documento del 5 de mayo los obispos califican las últimas decisiones del gobierno de Maduro y del Tribunal Supremo como “desacertadas” e “innecesarias”, piden “no reformar la Constitución sino cumplirla” y urgen al régimen a centrarse en los problemas actuales del país como es la carencia de “comida, medicinas, libertad, seguridad personal y jurídica, y paz.”
El Cardenal Baltazar Enrique Porras, uno de los firmantes de los documentos y Presidente Honorario de la Conferencia Episcopal, comentó durante su visita a la fundación ACN la necesidad de estas declaraciones de la Iglesia en Venezuela que ha tenido que asumir un papel “de gran responsabilidad” que describe como “una especie de trabajo subsidiario, porque va más allá de lo que en otras circunstancias sería necesario”. Precisó que en la actualidad “la población sufre represalias si disienten u opinan diferente del oficialismo. Amenazas, multas, cárcel, expulsiones… es un clima muy difícil de entender desde fuera. El cerco se ha ido cerrando, aquí todo es unidimensional en estos momentos.”
El arzobispo de Mérida denuncia cómo, en este contexto, es especialmente grave la falta de respeto y de derecho a la pluralidad que se vive: “Se trata de imponer un sistema donde ninguna otra cosa sea válida, nunca se deja que el otro tenga un protagonismo de nada. Por ejemplo, si se planea una manifestación, inmediatamente se organiza otra paralela el mismo día y a la misma hora para ver quién es más fuerte“. Porras lamenta que en Venezuela se sigue usando “el discurso de la lucha de clases. Uno consigue algo mediante el odio al otro, y este es el discurso militarista del que ‘él que no está conmigo está contra mí’, lo único que se busca es como eliminar al enemigo, eso ha traído un resquebrajamiento de la convivencia social.”
El prelado no nombra directamente a Nicolás Maduro, pero la responsabilidad del actual gobierno del país se sobreentiende cuando el cardenal matiza que el problema se enraíza mucho antes: “Estos 18 años con el gobierno de Chávez primero y luego de Maduro son fruto también de un deterioro de los años anteriores. Venezuela pudo crecer gracias al petróleo. El país prosperó económicamente y en su infraestructura, pero ese crecimiento acelerado hizo que una clase dirigente se olvidara del pueblo. Era un don de la naturaleza, no un esfuerzo del trabajo. Se dedicaron a muchas cosas pero se olvidaron de la gente. Por eso el discurso mesiánico de después fue muy bien acogido.”
El caraqueño, de 72 años, critica abiertamente la “concentración de todos los poderes en manos del ejecutivo, lo que genera impunidad y corrupción”. Así mismo ve como una de las claves del problema el achacar los males siempre a otros. “Es un discurso que se repite. Aquí todo lo que sucede malo es producto de otros o se compara con otros tiempos. Es un comportamiento de adolescentes. Por ejemplo, cuando se cuestionan los presos políticos en Venezuela en la actualidad, la respuesta es que también en el pasado hubo presos políticos. Pero los problemas son los que tenemos ahora. Especialmente la falta de alimentos, de medicinas y de seguridad.”
Y estos son los tres temas que más preocupación ponen en el rostro del prelado: “A mí me ha tocado enterrar a un sacerdote de 35 años que tuvo un accidente cerebro-vascular que según los médicos se hubiera podido curar si hubiera estado a disposición un medicamento que tampoco era tan especial, pero no lo había y murió. Y esto pasa a diario, no hay lo más elemental para una operación quirúrgica, un accidente, para ancianos o bebés que suelen necesitar medicamentos un poco más especiales.”
Pero en las fuentes oficiales “esto se niega, no se acepta que se hable de ayuda humanitaria porque según las fuentes oficiales tenemos todo. Si uno va a Venezuela ve que no es así pero si uno lo afirma es que está a favor de cualquier otra cosa”. Baltazar Porras, también director de Cáritas Venezuela, aprovecha para agradecer a la comunidad internacional las ayudas ofrecidas aunque lamenta encontrar dentro del país “una muralla, nos resulta muy difícil crear ese puente para que la ayuda llegue por las trabas que encontramos”. Un papel importante del conflicto interno del país lo juegan los medios, las luchas políticas se han convertido en una lucha mediática: “Si yo digo ‘aquí no hay medicinas’, aparece enseguida una foto con medicinas diciendo ‘eso no es verdad, mira aquí’. Y eso pasa con todo, con los alimentos, con la seguridad personal, etc.”
Hablando de soluciones, la gran pregunta es si el pueblo venezolano no está cansado del diálogo. Mons. Porras sonríe comprensivo: “Hoy en día hablar de diálogo en Venezuela es casi un insulto, porque las experiencias han sido nefastas. Los diálogos han sido para la foto, no se han hablado ni solucionado los problemas reales. Hace falta que el otro tenga la disposición de aceptarte como interlocutor.” Por eso insiste en que para el diálogo auténtico es imprescindible una segunda parte: “Cumplir acuerdos. Hubo un ofrecimiento real por cumplir unos acuerdos que nunca se cumplieron. Eso fue lo que el Cardenal Parolin como Secretario de Estado publicó en un carta en diciembre del 2016 donde se decía que no podía haber diálogo mientras los acuerdos tratados no se cumplan mínimamente.” Quizá por esto el purpurado prefiere hablar de consenso y pluralidad antes que usar la malgastada y tan manipulada palabra ‘diálogo’: “La rivalidad no era parte de nuestra cultura. Por ejemplo en el béisbol – el deporte más popular del país – uno busca cómo ir al estadio con alguien del otro equipo porque lo pasa muy bien, mejor, en ese carácter amistoso, pero eso se ha diluido, todo es política, todo es estar a favor o en contra, la vida es muy amplia y ahora todo se centra en la política. La familia, la diversidad, el consenso todo eso está en peligro y la Iglesia intenta defenderlo.”
A la comunidad internacional le pide “tratar de tener una información real y cercana, para no aceptar falsedades.” Así mismo solicita oraciones y apoyo aún “siendo entendible que cada uno tiene sus propios retos diarios, pero vivimos en un mundo global y eso nos afecta todavía más como creyentes. En Venezuela tenemos la necesidad de la oración como fuerza interior que no nos deje robarnos la esperanza, la alegría. Las dificultades están para vencerlas, no para llorar.” Así Mons. Porras invita a unirse a la Jornada de Oración por la Paz de Venezuela el próximo domingo 21 de mayo “por el cese de la violencia, la represión oficial y por la búsqueda de caminos para el entendimiento y la reconciliación” convocada por la Conferencia Episcopal Venezolana.
El contacto con la Iglesia universal, según Mons. Porras, anima y “nos hace desear superar las dificultades, son un incentivo para seguir haciendo todo lo posible por nuestros hermanos. Quería contar un detalle. Entre los medicamentos que sí nos llegaron a Mérida hace unos meses había unas cajitas en árabe e inglés. Pregunté sorprendido de dónde venían estos medicamentos. Nos los enviaban los cristianos de Egipto. Cuando unos días después hubo un atentado a los cristianos de ese país me sentí muy conmovido y profundamente unido a este país. Es esa solidaridad samaritana la que nos hace dar lo mejor que tenemos en lo material y en lo espiritual.”