Diócesis de Temuco

Caminando con Cristo en Semana Santa, renovamos la esperanza

Escribe: Mons. Jorge Concha Cayuqueo, obispo Diócesis San José de Temuco.

La Semana Santa, que comenzamos hoy con Domingo de Ramos, nos introduce en el corazón del misterio cristiano: la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Estos días santos no son solo un recuerdo de hechos pasados, sino una invitación a vivir hoy, en nuestra realidad y contexto concreto, la fuerza transformadora del Misterio Pascual. 

El relato de la pasión del Señor según San Lucas presenta a Jesús como el Hijo fiel que, aun en el sufrimiento, mantiene la obediencia filial al Padre, el amor inmenso por la humanidad y el perdón hacia quienes lo entregaron. Lucas es quien más resalta la misericordia de Cristo en su camino hacia la cruz. En su relato, Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén, perdona a los que lo crucifican y promete el paraíso al buen ladrón. Su cruz no es solo instrumento de muerte, sino trono desde el cual se revela el amor sin medida de Dios. En este caminar con Jesús, descubrimos que el sufrimiento humano —el nuestro— no es ajeno a Dios. 

En la cruz, Cristo muere diciendo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23, 46). No hay grito de desesperación, sino una entrega amorosa, que nos enseña que la muerte no tiene la última palabra. Desde la cruz Dios prepara el gran anuncio que cambiará la historia: la resurrección.

Lucas narra la resurrección como un encuentro que enciende los corazones: los discípulos de Emaús, confundidos y tristes, descubren al Resucitado al partir el pan. Es aquí donde nace nuestra esperanza: si Cristo ha vencido a la muerte, entonces todo puede ser redimido.

Hoy el mundo está marcado por tantas cruces —guerras, injusticias, soledad, incertidumbre—, la Pascua nos convierte en peregrinos de esperanza. No caminamos solos. El Crucificado y Resucitado va con nosotros y nos anima a cargar la cruz de cada día, no con resignación, sino con confianza. Ser peregrinos de esperanza es testimoniar que el amor es más fuerte que el odio, que la vida vence a la muerte, que Dios no abandona.

Esta Semana Santa, renovemos nuestro caminar. Sigamos a Jesús con el corazón abierto, y descubramos en su pasión, muerte y resurrección, el sentido profundo de nuestra propia historia. Porque en Cristo, está nuestra esperanza y nuestra paz.