Desgraciadamente tanto por la valoración negativa del dolor, aunque sea una mínima dolencia, como por la hiper-valoración del trabajo que condena el reposo médico por resfrío o gripe, la conducta normal, hoy en día, es tomar antigripal. Enfermarse es malo, duele e impide trabajar y por ende hay que apagar los síntomas defensivos, ¿resultado? después de los antigripales auto-medicados o indicados por un facultativos vendrán los antibióticos y antitusígenos y largos periodos de tos y flemas.
En cambio, para la medicina tradicional mapuche, lo malo no es la enfermedad, sino la causa que la produce. Ella considera, implícitamente, a la enfermedad no como un mal, sino como reacción frente al mal. Y el mal que la machi ve, no es otra cosa que las malas relaciones interpersonales, abusar o dejarse abusar, la falta de reciprocidad que produce estrés crónico; el cual baja la inmunidad permitiendo, en el caso de la gripe, la entrada del virus.
La terapia mapuche, por su carácter etiológico, no ejerce acción anti-sintomática, sino más bien, junto con definir el mal interpersonal, apoya con todo su arsenal biológico, social y sobrenatural, las fuerzas sanadoras respetando los síntomas, convocando al apoyo social y solicitando la protección divina. Finalmente, da normas de conducta que resuelvan, al menor costo social, la trasgresión-conflicto que provocó maltrato y estrés sub-agudo o crónico. Al hacerlo, restablece los circuitos de la reciprocidad, dando paso a una comunidad más unida y más sana.
Transgredir las normas de nuestro bien, nos hace vulnerables al mal, las epidemias modernas dan cuenta de ello. La enfermedad no es el mal, sino la lucha contra el; debemos ayudarla a vencer pues el dolor redime y sana, permitiendo alcanzar salud y larga vida. Nuestra machi puede enseñarnos.
Escribe: Miguel Angel Solar, Médico Cirujano