Hoy domingo celebramos la Solemnidad de Pentecostés. Todavía resuenan las palabras del Papa Paulo VI dichas hace 50 años: «De eso tiene necesidad la Iglesia. Tiene necesidad del Espíritu Santo en nosotros, en cada uno de nosotros y en todos nosotros a la vez, en nosotros como Iglesia. Sí, es del Espíritu Santo de lo que, sobre todo hoy, tiene necesidad la Iglesia. Decidle, por tanto, siempre: ¡Ven!». Hoy la liturgia nos hace meditar el regalo del Espíritu Santo como fruto del triunfo de Jesucristo sobre la muerte y el pecado. Las lecturas de la liturgia de hoy, tanto el evangelio de San Juan (Jn 20, 19-23) como el texto de los Hechos de los Apóstoles (Hch 2, 1-11) nos recuerdan cómo el Espíritu Santo renueva e impulsa a los discípulos a vencer el miedo para convertirse en testigos del Salvador ante los diversos pueblos.
Sin pretender agotar la enseñanza de los textos bíblicos y del aterrizaje que podemos hacer de ellos, resuenan dos ideas en momentos especiales de nuestra historia. La primera es la victoria sobre el miedo, el cual, por diversas razones nos puede atacar, sin embargo, quien está con el Señor, y se dejar renovar e impulsar por el Espíritu Santo puede vencerlo.
Quien vence el miedo podrá actuar siguiendo su conciencia, buscando actuar coherentemente con su condición de cristiano, construyendo su vida con los valores del Reino, la verdad, la paz, la justicia, la solidaridad. y no dejándose condicionar por el miedo, la comodidad o la moda. Y la segunda idea es como el Espíritu Santo genera comunión, genera el poder escucharnos y entendernos. Nos permite poder dialogar, respetando el que podamos pensar diferente, y así, no caer en descalificaciones o funas por pensar diferente o como marcan las tendencias de moda. Quien se deja guiar por el Espíritu Santo no ocupará la violencia como herramienta, sino que buscará el diálogo y el bien común. En la fe cristiana, el vínculo con Dios se traduce en la vida cotidiana siguiendo como modelo a Jesús y dejándose iluminar por el Espíritu Santo.
Por todo esto, mirando nuestra patria y la responsabilidad que tenemos en la construcción de ella, todos los cristianos estamos llamados a decir “¡Ven Espíritu Santo!”.
Escribe: Pbro. Leonardo Villagrán S., Miembro Colegio de Consultores, Diócesis San José de Temuco