Podemos decir que arrancó de verdad la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe. Es verdad que la inauguración oficial se dio en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, la patrona del continente, pero ha sido este lunes cuando la reflexión ha ido tomando cuerpo.
Saludos de bienvenida
Como sucederá cada día, un momento de oración, hoy con un marcado carácter afro, fue el anticipo de un día en que se ha hecho un llamado a disponer el corazón para discernir en común en esta Asamblea Eclesial, teniendo como referencia el texto bíblico que invita a oír la Palabra de Dios y cumplirla. Los saludos del presidente del Celam, el presidente de la Comisión para América Latina y el presidente del episcopado mexicano dieron la bienvenida a los participantes.
“Esta Asamblea debe estar junto al pueblo”, decía Mons. Miguel Cabrejos, recordando las palabras del Papa Francisco el 24 de enero de este año, cuando la Asamblea fue presentada. El arzobispo de Trujillo recordaba que Aparecida “nos llama a todos a ser discípulos misioneros, y a pasar de una ‘pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera’”. Por ello pedía que “sea una escuela de sinodalidad”.
El cardenal Oullet ha pedido “que el Espíritu del Señor presente en medio de nosotros nos ayude a discernir juntos cómo reactivar el espíritu misionero que el Papa Francisco nos transmite con su ejemplo y su magisterio”. Para el purpurado canadiense, “la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe es una de las variadas formas cómo la Iglesia reaprende a escuchar y a discernir”, llamando a la comunión eclesial profunda para poder vivir la misión de verdad.
Mons. Rogelio Cabrera agradeció efusivamente que la Asamblea Eclesial se esté celebrando a los pies de la patrona del continente, definiendo a los asambleístas como huéspedes a los que acoge como ángeles y emisarios de buenas noticias para México. El arzobispo de Monterrey insistió en que la presencia de cada asambleísta es un signo de la unión que México tiene con el Papa Francisco.
El pastor en la Biblia en primer lugar es Dios
La reflexión, este día conducida por el padre Fidel Oñoro, tuvo un carácter bíblico, abordando “La centralidad de Jesucristo y su Palabra en nuestra acción pastoral”. En sus palabras afirmó que la Asamblea es fruto de la voluntad divina, remarcando que “el pastor en la Biblia en primer lugar es Dios”. El biblista colombiano señaló que la Escritura “nos abre ventanas de observación y de compresión más profunda”, que “nos saca del analfabetismo espiritual”. Por eso, recalcó que “sólo escuchando la Palabra podemos percibir qué es lo que Dios nos dice y nos pide, podemos llegar a descubrir nuestra misión y a qué somos llamados”.
Un elemento decisivo en el desarrollo de la Asamblea serán los pequeños grupos de discernimiento comunitario, donde se encuentran virtualmente todos los miembros de la Asamblea, tanto los que están en Casa Lago, la sede de la Conferencia Episcopal Mexicana, como quienes se conectan desde todos los rincones del continente. Será lugar para compartir experiencias eclesiales que enriquecerán a la Iglesia del continente.
Ver a los jóvenes en los espacios de decisión
También cada día se realizará una rueda de prensa, con la presencia de un obispo, un sacerdote, una religiosa y una laica. Este lunes fueron el cardenal Odilo Scherer, la hermana María Dolores Palencia, el padre Leo Pérez, OMI, y la joven Ligia Elena Matamoros. Entre las intervenciones podemos destacar la expectativa de ver por “donde el Espíritu de Dios nos conduce”, el llamado a “retomar nuestro compromiso bautismal”, la necesidad de “ver a los jóvenes en los espacios donde se planean las cosas, donde se toman las decisiones”, y de no tener las respuestas hechas, algo propio del clericalismo.
Los asambleístas están experimentando una gran alegría y entusiasmo en este proceso sinodal, manifestado en los testimonios compartidos por algunos de ellos, algo que se repetirá cada uno de los días. Las diferentes voces, unas presenciales, otras virtualmente animaron a todos con un entusiasmo que nace de caminar juntos, en comunión.
El camino de la Asamblea Eclesial
Reflexionando sobre el camino de la Asamblea Eclesial, el Cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga puso de manifiesto las raíces de este momento, llamando a los asambleístas a que procuren escuchar los clamores de los hermanos más pobres y olvidados, a que hagan una pedagogía sobre la sinodalidad, desconocida y temida por quienes prefieren hacerse a un lado.
Para la Hna. Birgit Weiler, “en todo el proceso se notó la gran importancia que tiene la actitud y práctica de la escucha como elemento central en un discernimiento comunitario y la vivencia de la sinodalidad”. La religiosa hizo hincapié en la necesidad de “reconocer a las mujeres como protagonistas en nuestras sociedades y sobre todo en nuestra Iglesia”, algo presente en el proceso de escucha. También la necesidad de superar el clericalismo, la auto referencialidad, que nos lleve a vivir este kairós.
La riqueza de este proceso se conoce a través de testimonios que nos muestran como la Asamblea Eclesial ha llegado a los lugares más remotos, sujetos que dan sentido a la sinodalidad, en palabras de Mauricio López. Se trata de tocar el corazón de las instancias eclesiales, de estar presentes cuando el corazón está lastimado, de acompañar a las víctimas de la pandemia, a las mujeres que sufren violencia, a los migrantes, a los pueblos a quienes sus territorios les son confiscados, de superar las cegueras que a ejemplo de Bartimeo nos impiden seguir a Jesús.
Poner todo en manos del Señor y de María
La celebración eucarística fue presidida por el cardenal Pedro Barreto, que, en su homilía, centrada en el Evangelio de la viuda, dijo ver este pasaje como “programa de vida que hoy con la gracia de Dios estamos cumpliendo”. La viuda simboliza a la Iglesia y a cada uno de nosotros, invitando a reconocer que somos pobres, frágiles y pecadores. Ante esto, Jesús nos dice que hay un camino por recorrer, que nos lleva a entender que la vida entregarla, porque confiamos en Dios.
El presidente de la REPAM recordó a las víctimas de la pandemia y reflexionó sobre las políticas en el continente, que “no buscan el bien común y sí intereses subalternos”. La viuda muestra el rostro femenino de la Iglesia, que piensa en el otro, en el nosotros, que nos lleva a salir de nosotros mismos para que nuestro centro sea Jesús. También reflexionaba sobre la Asamblea Eclesial, llamando a dar gracias por este momento de discernimiento, y recordaba las palabras del Papa Benedicto XVI en Aparecida, donde definía la religiosidad popular como la fe de los pobres, que conmueve corazones y nos llama a vivir la pobreza de espíritu.
Toda la jornada fue colocada en las manos de María con el rezo del Rosario. A ella fueron confiados la vida y los dolores del pueblo latinoamericano y caribeño, especialmente de los vulnerables, de aquellos que sufren el dolor, muchas veces provocado como consecuencia de la injusticia, que encuentran en el regazo materno de aquella que es invocada con tantos nombres, el consuelo amoroso para quien padece.