El 28 de marzo, el día de Jueves Santo, día de la Eucaristía, partió a la Casa del Padre, la hermana Eugenia del Carmen Jorquera Merino, religiosa que en la vida consagrada recibió el nombre de María Graciela de Jesús.
Las Hermanas Terceras Franciscanas Misioneras de la Inmaculada Concepción, a través de la Hna. Yolanda Riffo Neira, Animadora de la Fraternidad de la Casa Madre, Angol, expresan a nuestro Señor, por la vida de esta querida hermana.
» La Hna. Eugenia del Carmen Jorquera Merino en la vida consagrada recibió el nombre de María Graciela de Jesús, hija de don Eugenio Jorquera Canelo y de la señora María Francisca Merino Ortiz. Fue la menor de siete hermanos, Gustavo, Raquel, Alfonso, Celsa, Manuel y Margarita Ester, la única hermana que le sobrevive de los siete hijos. Nació en la ciudad de Talcahuano, el 26 junio de 1933 y recibió el bautismo en la parroquia San José de Talcahuano el 01 de julio de 1933.Su confirmación la realizó en la misma parroquia el 02 octubre de 1933.
La Hna. Eugenia desde muy jovencita abrazó la espiritualidad franciscana. Ingresó a la Congregación de Hermanas Terceras Franciscanas Misioneras de la Inmaculada Concepción el 17 de junio de 1957. Efectuó sus Votos Temporales el 10 de enero de 1958 y los Votos Perpetuos el 16 de julio de 1967.
Celebró sus bodas de oro el 26 de septiembre de 2009 y el salmo elegido por ella fue el salmo 27, “Una cosa pido al Señor, es lo que busco: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida”.
Realizó sus estudios profesionales en la Universidad Católica de Chile titulandose de Profesora de Educación Primaria.
La Congregación le confió diversos servicios tales como: Profesora, directora, animadora en distintas fraternidades, Consejera General, entre otros. Se desempeñó como profesora y directora en los colegios de: Angol, Nueva Imperial, Lautaro, Arauco.
Igualmente, sirvió en la casa de ejercicios de San Francisco de Mostazal, Antofagasta, Larmahuey casa misionera en Bolivia
Se caracterizó por sus variadas cualidades: Alegre, dinámica, creativa, fraterna, acogedora, sociable, bondadosa, maternal, sencilla y amante de la naturaleza.
A pesar de que su salud fue disminuyendo, siempre se mantuvo activa, participando de los actos litúrgicos de la fraternidad, como no recordar la constancia y perseverancia en participar cada domingo y jueves de la adoración al Santísimo sacramento y el rezo del santo rosario y sus devociones propias como el amor al Jesús de la Misericordia.
Se destacó en ella sus cualidades artísticas, teniendo la habilidad de crear arte con elementos simples y del cotidiano vivir, valiéndose de recursos desechables que llegaban a sus manos.
Demostró afecto, preocupación y responsabilidad en las tareas confiadas: fue amante de la educación de sus estudiantes, demostrando su instinto maternal en la atención por las niñas y señoritas en los internados de la Congregación, esforzada y entusiasta en las misiones y en sus relaciones interpersonales con docentes, padres y apoderados, destacándose el aprecio por la juventud, por los Sacerdotes y las vocaciones en general.
Realizó la misión en las fraternidades de Angol, Lautaro, Nueva Imperial, Arauco, San Francisco de Mostazal, Larmahue y Antofagasta.
El buen Dios premió su vida recogiendo su alma un día tan especial como es el jueves Santo, Día de la Eucaristía, «Que la misericordia de Dios le alcance el cielo merecido».