Escribe: Mons. Jorge Concha Cayuqueo, obispo Diócesis San José de Temuco
En los próximos días celebraremos la fiesta de San José, patrono de la diócesis de Temuco, que camina hacia su centenario de vida. En tiempos de transformaciones cambios acelerados, el testimonio de José, así como el de Abraham y otros, nos ofrece una enseñanza clave: la verdadera esperanza nace de una escucha atenta a la voz de Dios y de la valentía para ponerse en camino sin certezas humanas, pero con confianza absoluta en la promesa divina.
Abraham es llamado “nuestro padre en la fe” porque, sin conocer su destino, dejó su tierra confiando solo en la palabra de Dios (cfr. Gn 12,1). Su vida es un peregrinaje continuo, marcado por la promesa de una descendencia numerosa y de una tierra que aún no poseía. Su fe no fue pasiva: caminó, esperó aún contra toda esperanza.
San José, al igual que Abraham, recibió el llamado de Dios en un momento complejo, donde tomar una decisión era fundamental. Su plan de vida cambió radicalmente cuando el ángel le reveló que María llevaba en su seno al Hijo de Dios. En lugar de aferrarse a sus propios razonamientos, escuchó, obedeció y protegió con su vida la esperanza encarnada en Jesús. No hizo discursos ni preguntas; simplemente se puso en camino a Belén, para el nacimiento del Mesías, a Egipto, para salvarlo de Herodes, de regreso a Nazaret, para educarlo en la fe y el trabajo.
Hoy, en una sociedad marcada por el acelerado ritmo de la vida, la prisa, y el ruido, la figura de estos dos hombres de fe nos desafían a escuchar antes que reaccionar, cultivando la paciencia y la capacidad de estar atentos a los demás, sin prejuicios o trincheras, rescatando la importancia del silencio. Estamos invitados a caminar con esperanza, sin miedos que paralizan o detengan el camino emprendido, aprendiendo a valorar nuestra condición de peregrinos. Estos personajes nos desafían a caminar sin miedo, a no paralizarnos por dudas o pesimismos que nos enferman o hacen tanto daño.
En este tiempo de Cuaresma, Abraham y San José nos enseñan que la fe no es tener todas las respuestas, sino caminar con esperanza, confiando en que Dios cumple sus promesas. La pregunta para nuestro tiempo es: ¿Estamos dispuestos a escuchar y caminar como ellos?