La Conferencia Episcopal de Chile en el año 2011 creó el Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento a las Víctimas, para «orientar y dirigir políticas de prevención sobre abusos sexuales a menores de edad y ayuda a las víctimas» (iglesia.cl). Desde esa fecha, se han realizado actividades para dar respuesta a la problemática que se ha venido suscitado tanto en la iglesia universal, nacional y diocesana.
En el año 2015, este Consejo Nacional, entregó formación a representantes de las diócesis para preparar equipos que entreguen formación en cada jurisdicción. Fue así, que en nuestra diócesis, monseñor Manuel Camilo Vial, creó el consejo de prevención de abusos, que lo componen 7 personas, con un encargado de recibir las denuncias de las víctimas, el Pbro. Carlos Hernández, vicario judicial.
En la zona sur, se dio la formación en la ciudad de Puerto Montt en el año 2015 y 2016. De la Diócesis San José de Temuco participaron un total de 18 personas, que conforman el Equipo de Formadores acreditados para impartir la formación en prevención a todos los agentes pastorales.
En la parroquia Perpetuo Socorro se dio comienzo a la formación, en el mes de septiembre del año pasado, participando un número de 90 personas en los 4 módulos y continúa en las parroquias de los diferentes decanatos en el presente año.
El que este tema se esté dialogando, tratando y trabajando, cumple con cinco pasos conducentes al objetivo de prevenir, romper el silencio, sensibilizar, el que los terceros somos responsables, reconocer los peligros y derribar las murallas.
Paso a paso se está dando respuesta como iglesia a la experiencia tan traumática y dolorosa que hemos vivido, siempre se quisiera ir más rápido, sobre todo desde la mirada de las víctimas, pero podemos decir que ya se ha comenzado, sin olvidar que hay que actuar con misericordia con las víctimas, escuchándolas sin juzgar y a los victimarios actuando según corresponde de acuerdo a la ley civil y canónica. Como nos los dijo el Papa Francisco en su homilía del 28 de diciembre del 2016 “Tolerancia cero con quienes abusan de menores”.
Finalmente, podemos decir que a la fecha en la Diócesis San José han recibido formación más de 200 agentes pastorales, incluido el clero diocesano.
Al respecto, Juan Pablo Beca, vice decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UCT y miembro del consejo diocesano, señala que: “En el transcurso de mi trabajo en el Consejo Diocesano para la Prevención de Abusos, el que integro por invitación de Mons. Manuel Camilo Vial, siendo después confirmado por Mons. Héctor Vargas, he aprendido mucho sobre el tema.
Al comienzo era de la idea de que el abuso sexual, tanto dentro como fuera de la Iglesia, era cometido por personas enfermas que aprovechaban alguna circunstancia fortuita, como un lugar oscuro o una persona sola. Ahora entiendo que el abuso sexual es parte de una estructura abusiva, en que lo sexual vendría a ser el «apellido» del abuso. Este se da en un contexto de abuso de poder, en que el abusador aprovecha que tiene un fuerte ascendiente sobre la víctima. Se trata de una relación que se erotiza y a través de actos de tipo sexual el abusador afirma su dominio sobre la víctima.
Es difícil para el entorno (los terceros), darse cuenta del abuso. Tenemos la tendencia a silenciar el tema, a veces de forma inconsciente, porque afecta los espacios de convivencia. Muchas veces a las víctimas se les cuestiona o derechamente no se les cree.
En la medida en que el tema se hable en la sociedad, tanto en la Iglesia como en otros entornos (familias, colegios, universidades, empresas, etc.) va a ser más fácil que los abusos se conozcan. Es muy difícil romper el silencio que rodea a los abusos, porque es un tema tabú que no conocemos bien y que cuesta conversar. Pero en la medida en que nos atrevamos a conversarlo, el tema deja de ser tabú, y así la verdad podrá salir a la luz.
Por otro lado, si nos damos cuenta que hay estructuras de poder que favorecen el abuso, podemos poner atención a ellas y modificarlas antes de que se produzcan los abusos sexuales. Es una forma de prevención mucho más potente que poner cámaras o evitar el contacto con niños y niñas”.