- Cuando el Estado Islámico se acercaba, tomó el Santísimo Sacramento de la Iglesia y huyó de Karamlesh, llevándose consigo los últimos vestigios de los 1.800 años de presencia cristiana en el pueblo.
[dropcap]L[/dropcap]as bombas caen y el estruendo de las explosiones llena el corazón de la gente de temor. En medio de los llantos y de una actividad frenética, la gente hace el equipaje con las pertenencias que puede transportar y desaparece en la noche. En medio de todos ellos está Martín Baani, un seminarista de 24 años, que está empezando a tomar conciencia de que esta es la última batalla de Karamlesh.
Durante 1.800 años, el cristianismo ha permanecido en los corazones y las mentes de los habitantes de este antiguo pueblo. Ahora, esta era está a punto de finalizar de forma calamitosa: el Estado Islámico avanza.
Suena el celular de Martín: un amigo, balbuceante, le informa que la ciudad cercana de Telkaif ha caído en manos de Da’ash (el nombre árabe del Estado Islámico). Sin duda, Karamlesh será el siguiente. Martín sale corriendo de la casa de su tía, donde se aloja, y se encamina a la cercana iglesia de San Addai. Toma el Santísimo Sacramento y un manojo de documentos oficiales y sale de la iglesia. Fuera le espera un auto: su párroco, Padre Thabet, y otros tres sacerdotes están dentro. Martín sube al auto y huyen. Abandonan Karamlesh y se llevan consigo los últimos vestigios de la presencia cristiana en el pueblo.
La delegación de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (AIS) que visitó el norte de Irak hace una semana, conoció a Martín en el seminario de San Pedro, en Ankawa: “Hasta el último minuto, los peshmerga [las fuerzas armadas kurdas que protegen los poblados] nos dijeron que no había peligro. Sin embargo, después oímos que estaban instalando artillería pesada en la colina de Santa Bárbara [en las afueras del pueblo] y así supimos que la situación era muy peligrosa”.
Al hacer un balance de aquella terrible noche del 6 al 7 de agosto, la presencia de otros 27 seminaristas del seminario de San Pedro le hace ganar confianza. Muchos de ellos tienen sus propias historias sobre cómo lograron huir de las garras de las milicias islámicas.
Martín y los demás futuros sacerdotes saben que el futuro es sombrío para el Cristianismo en Irak. Una comunidad de 1,5 millones de cristianos antes de 2003 ha disminuido hasta menos de 300.000, y de los que han permanecido en el país, más de un tercio se compone de desplazados. Muchos, si no todos, desean comenzar una vida nueva en otro país.
Pero Martín no es uno de ellos. “Para mí sería fácil irme”, explica tranquilo. “Mi familia vive ahora en California, y yo ya he obtenido un visado para ir a visitarlos. Sin embargo, quiero quedarme. No quiero huir del problema”.
Martín ya ha hecho la elección que caracteriza a los sacerdotes que han decidido permanecer en Irak: su vocación es servir al pueblo, pase lo que pase. “Debemos luchar por nuestros derechos; no debemos tener miedo”, explica. Cuando describe en detalle la labor de asistencia a los necesitados que ha ocupado tanto de su tiempo, está claro que, para él, su lugar está con la gente.
Martín ya es un subdiácono. Ahora, en su año final de Teología, la ordenación sacerdotal tendrá lugar dentro de pocos meses. “Gracias por sus oraciones”, dice Martín cuando se despide de la delegación de AIS. “Contamos con su apoyo”.
AIS está resuelta a apoyar a Martín y a todos los futuros sacerdotes del seminario de San Pedro mientras se preparan para servir como sacerdotes a Dios y a su pueblo necesitado. Para apoyarlos a ellos y a los miles de cristianos refugiados, AIS acaba de anunciar uno de los proyectos más grandes de ayuda en sus 67 años de historia. ¡Infórmate de nuestra ayuda y cómo puedes colaborar en www.aischile.cl!