[dropcap]E[/dropcap]l pesar del mundo católico de la Diócesis San José por el deceso de uno de los diáconos (emérito) de más trayectoria en el país, Nicasio Suazo Leiva, quedó demostrado durante su velatorio y Santa Misa Fúnebre, realizada en la Parroquia de Nuestra Señora de La Merced, templo que se vio colmado de fieles, deseosos de exteriorizar su último adiós al longevo “padre diácono”, ordenado el 24 de septiembre de 1972 por el Obispo, Bernardino Piñera.
Montaron guardia, junto a sus restos, socios de Amigos Católicos e integrantes del Movimiento Cursillos de Cristiandad, instituciones a la que pertenecía el extinto. Igualmente, compartió 46 años en la Sociedad Mutualista “La Unión Obrera”.
El oficio religioso lo encabezó el delegado episcopal para el Diaconado Permanente –ante la ausencia en Temuco del Obispo Héctor Vargas pero que le visitara en su domicilio de Angamos 850 el lunes 22 pasado- el padre Juan Edgardo Betancur, concelebrado por el párroco anfitrión, padre Juan Armando Sánchez y los sacerdotes Giglio Linfati, Santiago Alvarado y Mario Salas, junto a dieciocho de sus hermanos diáconos, venidos de los cuatro decanatos de la Diócesis.
ADMIRACIÓN Y GRATITUD
Tras las lecturas del día, el padre Betancur en la homilía recordó que Suazo Leiva, con sus 82 años (nació en Collipulli, el 12 de octubre de 1930), era también un hombre robusto desde el punto de vista de Dios , no sólo del físico externo, sino de fe, de permanente rosario, su alimento fue siempre la Palabra de Dios y del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.
“Surge entonces, en nosotros, la admiración y gratitud para con Dios por este hermano nuestro. Esto hizo que don Nicasio se convirtiera en un diácono, como esos diáconos del Evangelio, que nos habla respecto de los apóstoles, hombres de buena fama y llenos del Espíritu Santo. Así lo conocimos y reconocimos siempre. Pero como todos los santos, de todos los tiempos, su vida no fue fácil pues, desde niño estuvo sometido al rigor de la vida”, reflexionó el religioso.
ESTOLA
También el padre Sánchez Díaz –que viajó desde Melipilla, donde está destinado, para estar en las exequias- tuvo sentidos conceptos para el hermano que se despedía, entregando a su hija Natalia Suazo Contreras, la estola que usó en vida su padre.
Tanto ella, como uno de los nietos, intervinieron en la Eucaristía, tanto para recordar al progenitor, como para agradecer las muestras de pesar recibidas.
La familia -le sobrevive su viuda, Flor Contreras y tres nietos- comentó lo que el jefe de la casa ausente hoy, narraba como un milagro de la Virgen de Lourdes. Tras una delicada operación, a los 23 años, quedó sin habla y durante una procesión en la capital regional, le pidió a la Madre de Dios que le devolviera la voz, lo que ocurrió al término de la manifestación religiosa.
Más tarde, la comunidad acompañó sus restos mortales hasta el cementerio local, donde recibió cristiana sepultura.
Corresponsal: Manuel Burgos, periodista