El Prefecto de la Congregación para la Educación Católica y Gran Canciller de la Pontificia Universidad Gregoriana, Cardenal Giuseppe Versaldi, conversó con Iglesia.cl sobre temas que hoy son fundamentales para la educación católica de nuestro país.
Organizado por la Conferencia Episcopal, en conjunto con la Pontificia Universidad Católica y Duoc UC, el VI Congreso Nacional de Educación Católica convocó a todas las comunidades escolares y de educación superior bajo el lema “Nuestra misión en el Chile de hoy”. El evento contó con la presencia del Cardenal Giuseppe Versaldi, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica de la Santa Sede y Gran Canciller de la Pontificia Universidad Gregoriana. Él fue el encargado de abrir – con su ponencia- las conversaciones que se realizaron el 12 y 13 de octubre en dos sedes de la UC.
En ese marco, el Cardenal Versaldi recibió al Área de Comunicaciones de la CECh, para tratar temas como la prevención de abusos, el discernimiento en los jóvenes, el mundo migrante y la educación al amor. Realidades importantes que están en la agenda de la educación católica de nuestro país.
-Sr. Cardenal, hemos hablado en este Congreso sobre la misión de la educación católica en Chile, hoy. ¿cuál es la misión de la educación católica, pero en el mundo?
-La misión de la Iglesia es anunciar el Evangelio, encarnándolo siempre en la historia, que cambia, en la historia de los hombres. La esencia del evangelio permanece igual, no cambia, porque Dios es amor, es misericordia, que no quiere la condenación sino la salvación de los pecadores. Esto debe traducirse en una capacidad de la Iglesia y, por lo tanto, de las instituciones educativas de convencer a los hombres para adherir al mensaje de salvación con el estilo de Jesús. Este era un estilo propositivo de las ideas y que daba testimonio del amor a través de una actitud de comprensión, de compasión hacia aquellos que eran débiles y se equivocaban, para convencerlos de que su felicidad estaba en convertirse a la propuesta de Dios.
-En la Conferencia Episcopal de Chile tenemos un Consejo para la Prevención de Abusos, que ha formado a muchos agentes de la educación creando espacios seguros para nuestros niños y jóvenes. ¿Qué opinión le merece esto?
-El hecho de que sea necesaria una protección de los menores habla de una situación alarmante en el mundo. Los jóvenes y los niños son las personas más débiles que encuentran en el adulto una protección y cuando son objeto de un abuso, quiere decir que se ha revertido el orden natural. Ahora, teniendo en cuenta que en el mundo las personas más débiles tienen a ser descartadas y abusadas, se necesita que la Iglesia encuentre la medicina, que no puede ser sino la preventiva, o sea formar educadores que no sólo sean afectuosos con los menores sino también sean personas que los amen, protejan, los cuiden y los hagan crecer. Mientras se combate el abuso se necesita prevenir esta posibilidad con una gran atención en formar a los educadores.
-¿Cómo enseñamos a los jóvenes el arte del discernimiento, que requiere tiempo y paciencia, si están acostumbrados a la inmediatez y lo desechable?
-Educar en el discernimiento es educar en una característica fundamental de la naturaleza humana. Es decir el juicio crítico y auto crítico. Partiendo de una visión correcta de la naturaleza humana que, siendo racional, está hecha de emociones, de pasiones internas y de presiones externas que pueden engañar en la búsqueda de la verdad. El discernimiento es el punto que el papa Francisco subraya con frecuencia, en que los educadores -aunque habla de los pastores- deben traducir la verdad, los principios y criterios generales en las situaciones particulares. Este paso, que no es automático, requiere de una conciencia autocrítica sabiendo que podemos equivocar y por lo tanto tomar oportunamente los elementos para un juicio crítico. Por ejemplo, significa educar a los jóvenes en el uso crítico de los medios de comunicación que no son en sí mismos un mal, pero que sin una capacidad crítica pasivamente se reciben mensajes que, sin discernimiento vuelven a la persona pasiva, víctima de presiones no sólo ideológicas sino también políticas y económicas.
-Chile es un país que en los últimos años se ha convertido en destino para muchos hermanos de otros países. ¿Cuál es la misión que tiene la educación católica para integrar y acoger diferentes culturas – e incluso idomas- de niños y jóvenes migrantes?
-El Papa habla siempre, aunque los medios subrayan solo uno, de dos elementos: acogida e integración. Con respecto a la acogida es necesario que aquellos que están en dificultad sean acogidos, pero el Papa dice que es necesario que se indague sobre las causas que origina la inmigración, factores que impiden que las personas vivan bien en sus propios países. Por otra parte es un remedio temporal y limitado. Se debe evitar, por ejemplo, que como África es pobre, esta se transfiera a otro continente. Esto no es posible. Se debe ayuda que en África se viva dignamente en su propio mundo. Por ello la acogida es una emergencia que debe ser temporal, combatiendo las causas que dan origen a la migración. Luego la integración quiere decir un decir un diálogo entre la cultura que recibe, que tiene derecho a mantenerse, con otra cultura que llega, descubriendo cosas positivas que esta no tenía del lugar donde va y así puede crecer con un enriquecimiento recíproco. Este es un diálogo dinámico de enriquecimiento recíproco.
-En un mundo de revoluciones y realidades desestabilizadoras, ¿Cómo se educa al amor?
-Para educar al amor se necesita amar. San Juan Bosco decía que la educación es una cuestión del corazón. Enseñar es una tarea que comienza en la familia y continúa en la escuela. Pero el modo de enseñar puede ser, desde lo alto buscando llenar a la persona de aquello que se tiene, o puede ser en el estilo del amor que significa acompañar, estar con la persona y educar, es decir sacar fuera de la persona todo lo bueno que tiene y ayudar con el discernimiento a no dejar crecer la hierba mala que ahí está. La educación es un testimonio de amor a través del ejemplo sacrificado como el de Jesús en el Evangelio. El testimonio que Jesús nos ha dejado en el Evangelio, es el modelo de educador.
Fuente: Área de Comunicaciones CECh
Traducción desde el italiano: Roberto Sepúlveda.