Diócesis de Temuco

La Esperanza no defrauda

Escribe: Mons. Jorge Concha Cayuqueo, OFM, obispo Diócesis San José de Temuco.

Hace algunas semanas atrás, me refería a la Fiesta de Pentecostés, como fuente de renovación para la vida de la Iglesia naciente. Hoy en estos tiempos de incertidumbre por muchas variadas razones y de grandes desafíos como Iglesia y sociedad, me parece importante señalar que celebrar Pentecostés nos brinda un mensaje de esperanza, para no potenciar una cultura del pesimismo.

Cada año, celebramos este momento crucial en la vida de la Iglesia, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles, llenándolos de valor y fortaleza para llevar el mensaje de Cristo a toda la creación a todas las personas. Este acontecimiento maravilloso nos recuerda que, a través del Espíritu Santo, todos -con valentía- hemos sido llamados a ser portadores de esperanza.

Nos recuerda San Pablo: La esperanza no defrauda»(Romanos 5, 5), este texto bíblico resuena profundamente en el contexto de Pentecostés. Este versículo nos invita a confiar en la promesa de Dios y en el poder transformador del Espíritu Santo: “El Espíritu Santo, con su presencia perenne en el camino de la Iglesia, es quien irradia en los creyentes la luz de la esperanza. Él la mantiene encendida como una llama que nunca se apaga, para dar apoyo y vigor a nuestra vida. La esperanza cristiana, de hecho, no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor divino” (Papa Francisco).

En esta Fiesta de Pentecostés, recordamos que la esperanza es una virtud teologal que se nos otorga para ser compartida. Los apóstoles, inicialmente temerosos y escondidos, fueron transformados por la llegada del Espíritu Santo en testigos valientes y fervorosos del Evangelio. Esta experiencia nos recuerda que, sin importar cuán complejas puedan parecer nuestras circunstancias, el Espíritu Santo está siempre presente para fortalecernos y guiarnos.

Hoy, más que nunca, necesitamos aferrarnos a esta esperanza que no defrauda. En nuestras familias, lugares de trabajo y comunidades, podemos ser agentes de cambio positivo, inspirados por el mismo Espíritu que descendió sobre los apóstoles. La esperanza no es una simple emoción pasajera, sino una fuerza poderosa que nos impulsa a actuar con fe y amor.

La celebración de Pentecostés es una invitación a abrir nuestros corazones al Espíritu Santo y permitir que su luz brille, a través de nuestro testimonio, alegre, decidido y valiente. Al hacerlo, nos convertimos en luz de esperanza para los demás, con la fuerza misionera de ofrecer consuelo y apoyo a quienes nos rodean, a no permanecer indiferentes ante el sufrimiento y miseria humana.“Concédenos estar atentos a las necesidades de todos los hombres para que, participando en sus penas y angustias, en sus alegrías y esperanzas,les mostremos fielmente el camino de la salvación, y con ellos avancemos en el camino de tu reino”. (plegaria Eucarística).

En este día de Pentecostés, recordemos que la esperanza es un regalo que debemos cultivar y compartir, confiando en que Dios nunca abandona a sus hijos. Feliz Pentecostés y bendecida semana que comienza hoy en el día del Señor: El Domingo.

Diócesis San José de Temuco, camino al Centenario