Diócesis de Temuco

La Fe y el Amor que fortalecen a la Familia » La Historia de Marta, Moisés y sus 4 hijos»

En un mundo donde las familias enfrentan desafíos constantes, la historia de Marta y Moisés, junto a sus cuatro hijos, surge como un testimonio inspirador de unión y fortaleza cimentada en la fe y el amor a Dios, familia que ha encontrado en su amor a la Iglesia una fuente inagotable de apoyo y esperanza.

Marta y Moisés, como padres profundamente creyentes, han inculcado en sus hijos desde temprana edad los valores y enseñanzas de Dios. Su hogar es un reflejo de fe y devoción, donde la oración y la Santa Misa es parte de ellos, refugio donde han enseñado a sus hijos a dejar todo en las manos de Dios, confiando plenamente en su guía y protección.

LA HISTORIA COMIENZA ASÍ…

La señora Marta Inés Cayuqueo Llevilao y don Moisés Rafael Antivil Catriel, se conocieron jugando a la pelota, donde la señora Marta fue espectadora, -hace más de 30 años-, tres décadas juntos. Él es del sector de Relgalil y ella es de Boroa, unión donde con el pasar del tiempo, nacieron Rafaela ( 25 años), Ignacio ( 23 años),  Pedro  ( 22 años) y Rafael ( 20 años), familia que desde siempre fue vinculada a la Iglesia y como recuerda Marta, » Íbamos con nuestros cuatros hijos a la Santa Misa, siempre a dar gracias a Dios por tantas bendiciones, lo primero para nosotros como familia era ir a la Casa del Señor, siempre juntitos los seis, a quienes desde pequeñitos les inculqué que Dios está primero».

«La unión de nuestra familia se fortalece día a día a través de la fe. Dios es el centro de nuestro hogar y nos da la fortaleza para enfrentar cualquier adversidad,» comenta Marta con una sonrisa serena y llena de fe.

Este año, los cuatros hermanos se bautizaron, hicieron su Primera Comunión y elsábado 25 de mayo, monseñor Jorge Concha Cayuqueo, OFM, obispo de la Diócesis San José de Temuco, impartió el Sacramento de la Confirmación, a 34 nuevos confirmados en la fe, entre adultos y jóvenes, en la comunidad El Buen Pastor, que pertenece a la parroquia Jesús de la Misericordia en la localidad de Labranza, dondeRafaela, Ignacio, Pedro y Rafael reafirmaron su compromiso y fe cristiana católica.

“ Nuestros hijos, con la luz de la fe reflejada en sus ojos, han aprendido a ver a Dios en sus vidas y que está presente en cada momento”, plantea esta gran madre.

Ignacio, quien cursa su tercer año de Ingeniería Comercial, al referirse a su vida en la Iglesia, destaca que: » Fue muy emotivo la celebración, porque desde muy pequeños nuestros padres nos inculcaron que siempre está Dios primero y todo este proceso de dos años que vivimos junto a mis hermanos y en compañía de mis padres, fue muy hermoso».

De igual gratitud, Rafaela, la hermana mayor, expresa: » Agradecida en primer lugar de tener a Dios en nuestras vidas, por tener a mis padres, a mis hermanos, de ser hijos a Dios, por tener nuestros sacramentos, todo este tiempo ha sido muy lindo, una gran experiencia».

Por su parte, Pedro, reafirma la unión familiar,  ahondado en la importancia de mantener una familia tan unida y vinculada a la vida de la Iglesia católica, » Siempre hemos venido a la Iglesia y más ahora, donde hemos  recibidos nuestros sacramentos y somos hijos de Dios, pertenecemos a esta Iglesia, Jesús de la Misericordia de Labranza, es muy bonita y sencilla a la vez,  donde compartimos la catequesis, aquí aprendimos harto sobre Dios, los sacramentos,  y estamos muy felices junto a mis hermanos porque nuestra mamá siempre quiso el bautismo para nosotros, se dieron las cosas, gracias a nuestros padres tenemos una fe muy consolidada».

Ignacio, enfatiza en lo primordial que ha sido el vínculo familiar en la consolidación de la fe, » Tanto por la familia de mamá y de papá, desde chicos nos involucraron en la vida de la Iglesia y a medida que crecíamos, era más fuerte y como dice mi hermano Pedro, siempre quisimos tener nuestro bautismo, pero por diferentes circunstancias a veces no se podía hasta que se presentó la oportunidad y nos sentimos muy bendecidos como familia».

» NUESTROS PADRES SIEMPRE NOS HAN ACOMPAÑADO»

Por estos días, don Moisés, el papá de estos cuatro hermanos, está con algunos problemas de salud, a quien apoyan y cuidan para su pronta recuperación.            “ Somos muy afortunados por tener a nuestros padres tan maravillosos, aunque no se los digo siempre, estoy muy orgullosos de ellos y gracias a ellos estamos bien”, manifiesta Ignacio. Palabras que refuerza Rafael, quien expresa que: “ gracias a ellos, siempre nos inculcaron valores que hemos desarrollado a lo largo de nuestras vidas”. Sentir que Rafaela, enfatiza al expresar que: “Nuestros padres dieron y han dado todo por nosotros y el amor incondicional y apoyo en los estudios y ellos también se sienten orgullosos de nosotros”.

Pedro, señala que: “ Nos han entregado tantos valores y el respeto por todo. Ellos no se van a cansar hasta vernos con un título universitario y seguir siendo felices y bendecidos, gracias a Dios. Han luchado mucho, les ha tocado muy fuerte en la vida donde como familia hemos pasado momentos muy difíciles Dios nunca nos ha abandonado”.

“Me sumo a las palabras de mi hermano -dice Ignacio-, son pilares, hemos podido estudiar en la universidad, soy Tecnólogo Médico, mi hermana estudió Técnico en Enfermería, mi otro hermano estudia Gastronomía Internacional y el otro cursa  Ingeniería comercial, todo esto ha sido por ellos y la gracia de Dios y poder estar siempre juntos.”

TODA GRACIAS A DIOS

Con mucha emoción, la señora Marta manifiesta que: “Con mi esposo, siempre damos gracias a Dios y a la Virgen por nuestros hijos y que están siempre con nosotros, son unos hijos muy buenos, estamos tan orgullosos de ellos. Nuestro Señor nos protege como familia, nunca nos ha soltado su mano, hace años atrás pasamos momentos muy duro, de una grave enfermedad de uno de ellos, vine aquí, a la Iglesia Jesús de la Misericordia de Labranza, rece y le pedí con tanto amor a Dios que lo salvara, Dios es tan milagroso, gracias a Él estamos los seis.

Esta historia de Marta, Moisés y sus hijos es testimonio de que la fe y el amor pueden ser fuerzas transformadoras en nuestras vidas. Ellos nos enseñan que la verdadera fortaleza proviene de una fe inquebrantable y del amor sincero que une a una familia. Este ejemplo nos inspira a confiar en Dios cada día y a valorar la unión familiar como un don precioso que debemos cultivar y proteger.

Que su historia siga iluminando el camino de muchos otros, con Dios y en familia, todo es posible.