Diócesis de Temuco

 “Mirad que nadie nos engañe…” Lc 21,8

“Mirad que nadie nos engañe…” Lc 21,8

¡conservar la esperanza!

Escribe: Pbro. Juan Andrés Basly Erices, Administrador Diocesano

En este segundo domingo de noviembre, la comunidad cristiana celebra la VI Jornada Mundial de los Pobres, con el lema escogido por el Santo Padre Francisco: “Jesucristo se hizo pobre por ustedes (cf. 2 Co 8,9)”. Les invito a conocer y reflexionar el Mensaje del Santo Padre, para esta importante jornada de este año, en  memoria de San Antonio de Padua.

Hoy en la liturgia católica se proclama el pasaje del Evangelio de San Lucas 21, 5-19, sobre la destrucción del templo de Jerusalén. El jueves también ha sido destruido de forma violenta un templo sencillo, en la Parroquia San Francisco de Selva Oscura, la Capilla San José, de la Villa Cautín, que durante más de 60 años fue el lugar de encuentro de los fieles del sector, ahí  vivían su Fe sencilla, compartían la fraternidad y daban testimonio de Jesucristo y con mucho dolor, fueron testigos como se consumía su casa de oración.

Seguro que este es un lugar menos conocido que Jerusalén.  Sin embargo, la enseñanza de Jesús está mediada por “unos que elogiaban las hermosas piedras del templo y la belleza de su ornamentación” (v. 5). Ante tanta hermosura, el Señor predice su ruina: “Llegará un día en que todo lo que ustedes contemplan será derribado sin dejar piedra sobre piedra” (v. 6). Todo ello suscita la pregunta acerca de “¿cuándo sucederá eso y cuál es la señal de que está para suceder?” (v. 7). La respuesta del Señor es lo denominado en el evangelio de Lucas como discurso escatológico, con sus partes fundamentales: la destrucción del templo y de Jerusalén; la venida del Hijo del Hombre y el fin del mundo.

En este texto, el Señor nos advierte sobre el cuidado a no dejarse engañar “porque muchos se presentarán en mi nombre diciendo: Yo soy; ha llegado la hora. No vayan tras ellos” (v. 8). Luego, no atemorizarse por los anuncios “de guerras y revoluciones” (v. 9), pues “el fin no llega enseguida” (v. 9). Preceden al fin no solo esos fenómenos, sino también la persecución a los creyentes (cfr. v. 12), teniendo en esta prueba “la oportunidad de dar testimonios de mí” (v. 13). Concluye el Señor su enseñanza diciendo: “Gracias a la constancia salvarán sus vidas” (v. 19)

Por otra parte, los sufrimientos -inevitables en el seguimiento del Señor- son también una ocasión para “dar testimonio de Él” (v. 13)

Entonces: ¿Cuál debe ser la actitud del cristiano? Es la actitud de esperanza en Dios, que nos permite no dejarnos abrumar por acontecimientos trágicos. En efecto, «esto les sucederá para que den testimonio» (v. 13). Los discípulos de Cristo, no pueden permanecer esclavos de los temores y de las angustias, sino que están llamados a vivir la historia, a detener la fuerza destructiva del mal, con la certeza de que la ternura providencial y tranquilizadora del Señor acompaña siempre su acción de bien. Esta es la señal elocuente de que el Reino de Dios viene a nosotros, es decir, que la realización del mundo se acerca como Dios quiere. Es Él, el Señor, quien dirige nuestras vidas y conoce el propósito último de las cosas y los acontecimientos. Por eso, los tiempos de crisis pueden ser los mejores para testimoniar nuestra fe.