Entrevista al presidente de la Conferencia Episcopal de Chile con motivo del encuentro con Perú, sobre el rol de las Iglesias en las relaciones bilaterales.
[dropcap]D[/dropcap]urante el «Encuentro Perú-Chile: el rol de la Iglesia en las relaciones bilaterales» realizado este 19 y 20 de julio en las ciudades de Tacna y Arica, los obispos de ambos países, con un grupo de expertos en temas sociales, periodísticos y académicos, analizaron los desafíos que tienen ambas naciones y el rol de la Iglesia católica como promotora de paz, entendimiento y de acciones para el desarrollo.
Como se sabe, en las próximas semanas se conocerá el fallo de la Corte Internacional de La Haya sobre un diferendo limítrofe en el Océano Pacífico, pendiente de resolver por muchos años entre Chile y el Perú.
En una pausa del evento, ZENIT dialogó con monseñor Ricardo Ezzati, SDB, arzobispo de Santiago y presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, quien presidió la delegación del país sudamericano al evento organizado por el Instituto de Estudios Social Cristianos, la Comisión Nacional de Justicia y Paz del episcopado chileno, y con el auspicio de la Fundación Konrad Adenauer.
Durante la conversación, monseñor Ezzati nos confirmó que escuchó del mismo papa Francisco su deseo de visitar nuevamente América Latina en 2015, esta vez a Argentina, Chile, Uruguay y el Perú.
¿Qué importancia le da la Iglesia chilena a este encuentro con sus pares peruanos?
Desde que nació la idea, el episcopado chileno manifestó su deseo de participar. No sabíamos si sería ad portas o antes del pronunciamiento de La Haya, pero estamos aprovechando este momento para recalcar el valor permanente de la integración. El documento de Aparecida, hablando de los pueblos latinoamericanos, destaca el rol que la Iglesia tiene de acompañar al pueblo latinoamericano hacia una integración que favorezca un desarollo integral de las personas y de nuestros pueblos.
¿Cómo ilumina la Doctrina Social de la Iglesia a la comprensión de este asunto de La Haya?
Nosotros pensamos que el pronunciamiento de La Haya es un elemento puntual que se puede transformar en un desafío de crecimiento en la positividad de nuestras relaciones, y en el incremento de todo aquello que favorezca una real integración de nuestros pueblos. El Perú y Chile somos pueblos vecinos y no nos podemos pensar autónomos uno del otro, sino debemos pensar en un desarrollo integral a favor de nuestra gente.
Se ha hablado durante el evento en Tacna y Arica, sobre la posibilidad de «conceder» por parte de cada uno, en pos de la integración. ¿Cómo entenderlo?
El diálogo tiene siempre un objetivo, una meta que es común. Y el diálogo lo construyen personas o grupos humanos que parten muchas veces de situaciones diversas. Y el diálogo debe tener siempre en cuenta una meta común, que es el bien común en este caso y tiene que considerar las situaciones desde las cuales los pueblos están partiendo o los procesos que están llevando a cabo. Se trata que estos procesos, en un determinado momento de la historia, tengan también aquellos impulsos que favorezcan a llegar a una meta que es alta y que tiene dificultades. Y lo que tenemos que proponernos siempre como meta es el máximo de bien común, el máximo de integración, sabiendo que el camino después lleva a la esperanza, aunque lleve también a los fracasos y las dificultades que el camino implica.
En su intervención Usted ha resaltado las devociones que viven los peruanos en su país, y de las que pueden enriquecerse el pueblo chileno…
Yo veo dos grandes dones en estas expresiones. Primero es el don de la unidad del mismo pueblo peruano que está en Chile, y que en la fuente de su religiosidad más profunda encuentra también un espacio de comunión entre los peruanos en un país que no es el propio. Pero al mismo tiempo ese testimonio de religiosidad profunda, sencilla, de mucha fe, es también un testimonio muy impactante para el pueblo de Chile, para la gente de Santiago, en una ciudad de seis millones de habitantes donde tenemos aspectos de secularización muy presentes.
También dijo que le le gusta ver con qué preparación se acercan los peruanos al confesionario en la Catedral de Santiago…
Sí, eso es algo que siempre trato de hacer, porque ha sido un gran consejo que recibí de un sacerdote muy benemérito, quien me dijo: «Siéntate en el confesionario todas las semanas y aprenderás a ser padre», y yo sigo todavía ese consejo. Y lo que me llama la atención de los peruanos que se acercan al sacramento de la reconciliación es la conciencia que tienen de estar celebrando una dimensión fundamental de la vida cristiana, como es el reconciliarse con Dios y con nosotros como comunidad de la Iglesia. Y le puedo decir que estoy admirado de lo bien que están preparados.
Un mensaje final a los lectores, peruanos y chilenos, que esperan el fallo de La Haya en las próximas semanas?
Que lo esperemos con mucha serenidad y confianza. En segundo lugar, que no hagamos una tragedia del resultado de La Haya; y lo tercero, lo más importante, que trabajemos para una integración y colaboración para que nuestros pueblos crezcan en dignidad humana y en comunión fraterna.
Fuente: zenit.org