El Obispo de la Diócesis de Temuco, celebró la Misa de Acción de Gracias con motivo del 92 aniversario de Carabineros de Chile, con una Eucaristía que se llevó a cabo en la parroquia Corazón de María.
En su homilía, monseñor Héctor Vargas Bastidas, se refirió a la situación actual de algunas instituciones: “Junto a la fidelidad de la inmensa mayoría de sus integrantes, ha crecido también la cizaña del mal y su secuela de escándalo y deserción. Por una parte el desconcierto de la sociedad, que ha visto vulnerada la confianza que habían puesto en la Institución, y por otra el dolor, malestar e impotencia también de cada uno de ustedes, que además del desgaste por la entrega que han vivido sirviendo a la Patria, han debido sufrir la enorme injusticia que provoca la sospecha y el cuestionamiento, que en algunos o muchos pudo haber introducido la duda, el miedo y la desconfianza. Por eso los invito a que pidamos a Dios nos dé la lucidez de llamar a la realidad por su nombre, la valentía de reconocer los errores, y la capacidad de no rumiar la desolación, para salir adelante y además fortalecidos”.
“También como Carabineros, hay momentos en los que nos confrontamos no con nuestras glorias, sino con nuestra debilidad. Horas cruciales en la vida de un Carabinero, pero en esa hora es también donde nace el auténtico Carabinero. No estamos aquí porque seamos mejores que otros. No somos superhéroes que, desde la altura, bajan a encontrarse con los «mortales»”.
Agregó: “Jesucristo resucitado no se presentó a sus discípulos abatidos y desolados, sin mostrar primero sus llagas; Estamos invitados a no disimular o esconder nuestras llagas. Una Institución con llagas es capaz de comprender las llagas del mundo de hoy y hacerlas suyas, sufrirlas, acompañarlas y buscar sanarlas. La conciencia de tener llagas nos libera; sí, nos libera de volvernos autorreferenciales, de creernos superiores. Nos libera de esa tendencia de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas, y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas, o por ser inquebrantablemente fieles a ciertos estilos hoy cuestionados”.
“Cuántas veces las Instituciones soñamos con planes grandiosos y expansionistas. Pero así, Carabineros, por ejemplo, negaría su historia que es gloriosa, por ser historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio, de constancia en el trabajo que cansa, de remangarse y salir cada día a tocar la realidad sufrida de nuestro pueblo. Pueblo que no espera ni necesita de ustedes superhéroes, sino hombres y mujeres juramentados, que sepan de compasión, que sepan tender una mano, que sepan detenerse ante el caído”.
“Por eso, definitivamente, para pertenecer a esta noble Institución, es necesario tener una firme vocación, como la que han sentido tantos hombres y mujeres desde 1927, hasta hoy. Ello exige ser Carabinero en grandes urbes llenas de tensiones, dramas, exigencias y peligros; o serlo en apartados lugares fronterizos de nuestra larga geografía, sufriendo la soledad, el aislamiento y climas extremos; o también en pequeños poblados con gente sencilla que ve en cada Carabinero, la ley, la seguridad, el respeto de sus derechos, la valiosa ayuda y el apoyo en momentos de grave dificultad, la compañía en las penas y alegrías. Quienes viven de una vocación, no pueden dejar de tener una espiritualidad, lo cual implica ser un cultivador de los valores como la generosidad, sobriedad de vida, verdad y bondad, justicia, servicio y tantos otros que son reflejo de los atributos de Dios”.
Concluyó sus palabras: “Por ello, más allá de las actuales dificultades, Chile volverá a sentirse orgulloso de sus Carabineros. Por eso en un nuevo Aniversario, le resulta espontáneo a la Iglesia invitar a alabar a Dios, a darle gracias, a pedir su bendición para esta Institución de la patria”.