Diócesis de Temuco

Monseñor Vargas “Abrirse a la esperanza que no defrauda”

 

En su columna dominical publicada en el Diario Austral del 29 de noviembre, el Obispo de Temuco, Monseñor Héctor Vargas Bastidas, nos invita a vivir el Adviento como un compromiso de vigilancia mirando fuera de nosotros mismo.

Nuestro país vive momentos intensos que afectan y comprometen a las personas y sus  familias, en una compleja situación sanitaria, económica, social y política, que nos ha obligado a brindar apoyo y solidaridad a los más desvalidos, e ir dando pasos audaces hacia la superación de los conflictos y demandas sociales más sentidas, y en un esperanzador proceso constituyente. Sin embargo, persisten situaciones de violencia sostenida, con especial impacto en mujeres y menores de edad, en sectores de escasos recursos prisioneros por el narcotráfico, y en la herida permanente que sangra en la región de La Araucanía. El trato denigratorio en el debate político y la debilidad de liderazgos sólo avivan el encrispamiento de la vida social. No podemos dejar que la agresión y el amedrentamiento se impongan como forma legítima de convivir o construir la política pública. Estas situaciones dan cuenta de un necesario cuestionamiento ético a nuestros comportamientos y actitudes como sociedad.

Hoy empieza el Adviento, tiempo litúrgico que nos prepara para la Navidad, invitándonos a levantar la mirada y abrir el corazón para recibir a Jesús En estas cuatro semanas estamos llamados a salir de un modo de vida resignado y rutinario, alimentando esperanzas, y sueños de un nuevo futuro. Para ello es clave mantenerse despiertos y vigilantes, porque el sueño interior surge de siempre dar la vuelta a nosotros mismos y estar atrapado egoísticamente en el cerco de la propia vida con sus problemas, alegrías y tristezas. Y esto agota, desalienta y cierra la esperanza. El Adviento nos invita a un compromiso de vigilancia mirando fuera de nosotros mismos, expandiendo nuestra mente y nuestro corazón para abrirnos a las necesidades de las personas, de los hermanos, al deseo de un mundo nuevo. Es el deseo de tantos pueblos atormentados por el hambre, la injusticia, la guerra; es el deseo de los pobres, los débiles, los abandonados. 

Por ello esperamos a Jesús, en la oración, que está íntimamente ligada a la vigilancia que nos abre a los demás. Pero si pensamos en la Navidad en un clima de consumismo, Jesús pasará y no lo encontraremos. Les invitamos a un gran esfuerzo para renovar y construir  esperanza, en cada persona, su familia, y en todos los ámbitos de nuestra patria. Al comenzar este tiempo de Adviento, contemplemos con humildad el misterio de Jesús el Hijo de Dios, nacido en un establo sencillo. ¡Eso es Navidad! Así queremos nuestra vida: austera, honesta, afectuosa (Cfr. Tit 2,11-14). Así queremos nuestro Chile: humilde, generoso, fraterno. Que la Virgen María, que nos trae a Jesús, mujer que esperó contra toda esperanza, y la oración, nos ayude a fortalecer nuestra esperanza en las promesas de su Hijo Jesús, para que experimentemos que, a través de las pruebas de la historia, Dios permanece fiel y se sirve incluso de los errores humanos para manifestar su misericordia!