El obispo de Temuco valoró el «Acuerdo por la paz y el desarrollo en La Araucanía», destacando que muestra una clara voluntad del actual Ejecutivo de hacer de esto una política de Estado.
En una columna publicada por El Mercurio, monseñor Héctor Vargas se refirió al «Acuerdo por la paz y el desarrollo en La Araucanía» dado a conocer por el gobierno,
cuya «fundamentación está basada en la cruda realidad de la región, que la ubica como la más rezagada del país».
El obispo valoró que este plan «trata de ir enfrentando y reparando en forma más decidida situaciones complejas de discriminación, despojo, exclusión, asimilación e invisibilización» que han afectado a la zona.
Monseñor Vargas también destacó que en su diseño se hayan considerado los aportes de diferentes instancias que van más allá de los planteamientos de la actual administración. Entre las instancias consideradas se encuentra «la Comisión Asesora Presidencial gestada a fines del 2015 en la administración anterior, y que ha venido aportando hasta hoy al trabajo de ambos gobiernos». El obispo señaló que esto «explicita la clara voluntad del actual Ejecutivo de hacer de esto una política de Estado».
El obispo consideró «muy relevante el que este paso no se reduce a decisiones reactivas frente a situaciones puntuales del momento, o a una estrategia que simplemente busque administrar los problemas, con el fin de traspasárselos a la administración siguiente», por el contrario, se trata de un «programa de largo aliento, integral por todas las problemáticas que abarca, la cantidad de ministerios comprometidos, con un financiamiento poco común, y una comisión a cargo de su permanente seguimiento, que transversalmente comienza a percibirse en general como positivo».
Al finalizar, monseñor Héctor Vargas realizó un llamado: «No permitamos que todo lo que genere división y enfrentamiento, por razones e intereses alejados del fin principal, nos robe la esperanza».
COLUMNA EL MERCURIO
Sábado 29 de septiembre de 2018
Araucanía, hacia la paz en la justicia
Héctor Vargas Bastidas: «No permitamos que todo lo que genere división y enfrentamiento, por razones e intereses alejados del fin principal, nos robe la esperanza».
El Presidente de la República ha dado a conocer los principales objetivos y contenidos del llamado «Acuerdo por la paz y el desarrollo en La Araucanía». Su fundamentación está basada en la cruda realidad de la región, que la ubica como la más rezagada del país en índices de pobreza, educación, desempleo, salud, calidad del medio ambiente, agua, inversión y productividad, infraestructura, seguridad, Estado de Derecho, violencia rural y víctimas. Al mismo tiempo, el mencionado acuerdo busca avanzar en una serie de demandas históricas, de gran sensibilidad, del Pueblo Mapuche, como el reconocimiento constitucional, política de tierras, salud, educación, vivienda, espiritualidad, condiciones de vida digna a la luz de su cosmovisión, interculturalidad, y participación en los principales ámbitos de decisión de la vida política. En términos globales, se trata de ir enfrentando y reparando en forma más decidida situaciones complejas de discriminación, despojo, exclusión, asimilación e invisibilización.
Como bien ha señalado el Jefe de Estado, este Plan no nace de exclusivos planteamientos del actual gobierno, sino que es también fruto de la reflexión y aportes de diversas instancias que se han creado en las últimas décadas, tanto por iniciativa de los gobiernos como de diversas otras instituciones y agrupaciones de la sociedad civil organizada, incluyendo instancias de los pueblos originarios. La última ha sido la Comisión Asesora Presidencial gestada a fines del 2015 en la administración anterior, y que ha venido aportando hasta hoy al trabajo de ambos gobiernos. Ello explicita la clara voluntad del actual Ejecutivo de hacer de esto una política de Estado.
Resulta muy relevante el que este paso no se reduce a decisiones reactivas frente a situaciones puntuales del momento, o a una estrategia que simplemente busque administrar los problemas, con el fin de traspasárselos a la administración siguiente. Aparece como un programa de largo aliento, integral por todas las problemáticas que abarca, la cantidad de ministerios comprometidos, con un financiamiento poco común, y una comisión a cargo de su permanente seguimiento, que transversalmente comienza a percibirse en general como positivo.
Considerando que lo anunciado es solo el inicio de un camino, no algo plenamente acabado ni capaz de ofrecer de inmediato todas las respuestas a todos los anhelos, se requiere del aporte y del compromiso de la entera sociedad, en especial de quienes vivimos en esta bendita tierra. Más aún si se ha llamado a todos los sectores, sin distinción, a involucrarse y participar en un legítimo debate y propuestas que mejoren, enriquezcan las medidas y favorezcan su correcta implementación. El tiempo y un proceso de auténtico diálogo, que permita conocerse, respetarse y caminar juntos, irán gradualmente ofreciendo mayores soluciones. El bien común de La Araucanía y su gente está primero. No permitamos que todo lo que genere división y enfrentamiento, por razones e intereses alejados del fin principal, nos robe la esperanza.
+Héctor Vargas Bastidas
Obispo de Temuco