Al atardecer del Miércoles Santo, la Diócesis de San José de Temuco, celebró la Misa Crismal, día sagrado, en que nuestro Señor Jesucristo ha instituido el más grande de los sacramentos, la Santísima Eucaristía y también el Sacerdocio ministerial, legando el mandamiento de la caridad fraterna.
En la celebración eucarística presidida en el Templo Catedral por monseñor Héctor Eduardo Vargas Bastidas, se manifiesta la unidad del presbiterio con nuestro Obispo, la comunión de éste con los demás sucesores de los apóstoles, y la de todos ellos con el Vicario de Cristo y Sucesor de Pedro.
Monseñor Héctor Vargas, tras saludar con mucho afecto a todos quienes de distintas comunidades peregrinaron hasta el templo madre de San José para acompañar a sus queridos sacerdotes en la renovación de sus promesas sacerdotales, señaló “queridos hermanos sacerdotes, hoy recuerdan, como yo, el día inolvidable de nuestra ordenación, conmovidos por el don de la fidelidad que el Señor nos ha concedido”.
Manifestó que como sacerdotes, son testigos y ministros de la misericordia siempre más grande de nuestro Padre, “tenemos la dulce y confortadora tarea de encarnarla, como hizo Jesús, que pasó haciendo el bien, de mil maneras, para que llegue a todos. Nosotros podemos contribuir a inculturarla, a fin de que cada persona la reciba en su propia experiencia de vida y así la pueda entender y practicar, creativamente, en el modo de ser propio de su pueblo y de su familia”.
Expresó que el Señor Jesús es el único Sumo Sacerdote del nuevo testamento, pero en El también todo el pueblo santo de Dios ha sido constituido pueblo sacerdotal. “Sin embargo, entre todos sus discípulos, el Señor Jesús quiso elegir algunos, en particular, para que ejerciendo públicamente en la Iglesia en su nombre la función sacerdotal a favor de todos los hombres, continuaran su misión personal de maestro, sacerdote y pastor. Es así como un día fuimos llamados al orden presbiteral, con el fin de cooperar a edificar el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, Pueblo de Dios y templo Santo del Espíritu Santo (…) desde entonces fuimos configurados a Cristo Sumo y Eterno sacerdote, consagrados como verdaderos sacerdotes del nuevo testamento y con este título, que los une en el sacerdocio a su obispo, son predicadores del Evangelio, Pastores del Pueblo de Dios y presiden las acciones de culto, especialmente, en las celebraciones del sacrificio del Señor”.
El obispo continuó sus palabras resaltando que: “A ustedes queridos hijos y hermanos, que fueron promovidos al orden del presbiterado, se les exhorta a que en este día santo, en que renuevan sus promesas sacerdotales, consideren una vez más, que ejerciendo el ministerio de la sagrada doctrina sean partícipes de la misión de Cristo, único maestro. Por ello, se les recuerda que deben dispensar a todos la palabra de Dios, esa Palabra que vosotros mismos habéis recibido con alegría, léanla y medítenla asiduamente, para creer lo que leen, enseñen lo que han aprendido en la fe y vivan lo que enseñan (…) Que la doctrina, sea alimento para el pueblo de Dios, el perfume de vuestra vida, alegría y apoyo para los fieles de Cristo, para que con la palabra y el ejemplo edifiquen la Casa de Dios, que es la Iglesia. No deben olvidar nunca, que ustedes continúan la obra santificadora de Cristo”.
Fue así, que en forma muy enérgica les expresó: “Reconozcan siempre lo que hacen, imiten lo que celebran, para que participando en el misterio de la muerte y resurrección del Señor, lleven la muerte de Cristo en sus miembros y caminen con El, porque sin cruz no encontrarán nunca al verdadero Jesús, porque una cruz sin Cristo no tiene sentido (…) Celebrando los sagrados ritos y elevando en las distintas horas del día la oración de alabanza y de súplica, ustedes se hacen voz del Pueblo de Dios y de la humanidad entera, conscientes de haber sido elegidos entre los hombres y constituidos a favor de ellos, en las cosas que se refieren a Dios”.
Al concluir su homilía, monseñor Héctor Vargas se refirió al papa Francisco, instancia donde les recuerda que: “No debemos olvidar que es justamente en la celebración eucarística, donde encontramos cada día nuestra identidad de pastores”.
A continuación, el Obispo invitó a los sacerdotes a renovar las promesas de su sacerdocio, reafirmando los compromisos que asumieron al ser llamados al orden sagrado.
Luego y como es tradicional en la liturgia romana, durante esta celebración, el Obispo bendijo los óleos de los enfermos y de los catecúmenos y consagró el Santo Crisma.