Con alegría acogemos este nuevo feriado que rescata un elemento de identidad de nuestro país y que nos abre a una nueva comprensión del tiempo, el solsticio de invierno, propio de la naturaleza, que nuestros pueblos originarios celebran como el inicio de un nuevo ciclo, un empezar de nuevo, el Wetripantu para el pueblo originario de nuestra región.
Este tiempo nuevo se enriquece con el Evangelio de este domingo, que nos ilumina. En medio de lo adverso, el evangelista Marcos nos recuerda que Jesús está con nosotros para recordarnos que es el Señor de toda la Creación, el sentido natural adquiere su plenitud en Jesús que nos permite empezar siempre de nuevo. Cuán importante es para el ser humano, el descubrir que se puede empezar una vez más. Este inicio nuevo requiere de nosotros la conciencia de superar lo adverso, lo que no le hace bien al ser humano y a la sociedad, para construir una sociedad nueva, un mundo mejor.
¿Qué nos aporta la Palabra de Dios, que este tiempo nuevo? En Jesús, se rompe lo cíclico, sólo así algo puede ser nuevo, lo cíclico es repetir lo mismo. Jesús nos invita a iniciar una vida nueva con los valores del Evangelio. Y no repetir lo mismo, lo que nuestra sociedad ha reclamado a nuestros políticos. ¿Cómo nos desafía Jesús para iniciar un tiempo nuevo, cuánto podemos aportar cada uno de nosotros? Superar el egoísmo y abrirnos a la solidaridad. Una solidaridad real no reducida al kilo de algún alimento no perecible. Debemos pasar “a la otra orilla”, ir más allá. Jesús decide pasar con sus discípulos “a la otra orilla” del lago de Galilea, una zona extranjera y pagana. Mientras se dirigen al otro lado del lago, se desata un “fuerte huracán”, que amenazaba con hundir la barca. La tempestad y las grandes olas parecen representar los obstáculos a la difusión del reino más allá de los confines de Israel y, por tanto, a la misión post-pascual de la Iglesia.
Jesús es despertado por los discípulos. Ordena soberanamente a las fuerzas de la naturaleza que se calmen. Su acción evoca el poder de Dios, creador del mundo y liberador de su pueblo, a través del dominio sobre los elementos cósmicos. La naturaleza no nos esclaviza si no que no abre a una realidad nueva que en Jesucristo se nos revela para marcar el camino de todos los cristianos.
Lo adverso es parte de la vida cristiana, pero Jesús está con nosotros, solo nos recuerda ¿Cómo no tienen fe? ¿Por qué tienen miedo? ¿Estamos ciertos de que él está con nosotros hasta el fin del mundo?
Buen domingo junto a nuestro Señor