Diócesis de Temuco

Obispo de Temuco y la priorización curricular

Monseñor Héctor Vargas Bastidas, en su columna de opinión del domingo 28 de junio, publicada en el Diario Austral de la ciudad de Temuco, se refiere a los desafíos a la educación chilena en estos tiempos.

El Ministerio de Educación, ante la imposibilidad por parte de las escuelas de llevar adelante la totalidad del currículum, contenido en las Bases Curriculares, Planes y Programas de estudio por el covid 19, ha tomado la razonable decisión de realizar una priorización curricular. Consiste en discernir cuáles son los objetivos de aprendizaje esenciales en cada asignatura, y el modo de implementarlos en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Con esto regresa una vez más una pregunta necesaria: ¿Qué es lo que debemos considerar “esencial” en el currículum, y en base a qué paradigma se lo define como tal?. Ello depende sin duda, de lo que entendamos por “educar”.

Es en este sentido que el Estado, en la Ley General de Educación del año 2009 consagra que educar consiste en lograr “el desarrollo integral de la persona humana”, lo cual “se vive o verifica desde diversas perspectivas: física, afectiva, intelectual, moral y espiritual, de acuerdo con la edad y etapa de desarrollo de los niños, niñas y adolescentes”. Por tanto, el desafío actual de “adecuación”, consiste en elaborar una propuesta curricular que en su conjunto, en modo orgánico y secuencial, colabore a que los alumnos y alumnas vayan desarrollando una madurez integral en cuanto personas. Es al servicio de esto que están los diversos ámbitos de la formación señalados por la LGE. Ello implica claramente opciones antropológicas, flexibilidad, pertinencia, diálogo interdisciplinario. Pero nuestra educación tiende a ser cuantitativa y no cualitativa. Para no pocos jóvenes, una educación que no responde a sus anhelos más profundos, que les ofrezca razones para vivir y comprometerse, sentido existencial y sueños de futuro. De ahí parte de su malestar.

Tarea no fácil, en cuanto a un estilo de educación muy centralizado, en que la cobertura curricular tiende a ser lo importante, en donde al exceso y gradual aumento de temáticas nos señalan con muchas horas más que los países desarrollados, y con una pedagogía tradicional. En que los espacios curriculares para una educación que se pueda adecuar a la enorme diversidad cultural, social, económica, geográfica, étnica y realidad de alumnos y alumnas, y en concordancia con los principios de los proyectos educativos propios, son mínimos; o donde se aplican evaluaciones estandarizadas nacionalmente desde un concepto único de calidad que mide con la misma vara realidades tan disímiles, donde se corre el riego de limitar un desarrollo más pleno y creativo de la profesión docente.