Diócesis de Temuco

Padre Juan Alarcón “Buscó la paz en Dios en medio del sufrimiento”



Cientos de personas se congregaron en el Templo Parroquial de San Miguel Arcángel de la comuna de Nueva Imperial, para despedir al querido padre Juan Alarcón Sanhueza, el jueves 10 de marzo.

Lo acompañaron sus familiares, amistades, fieles de distintas parroquias, diáconos y sus hermanos sacerdotes, quienes se reunieron en torno al Altar para celebrar el misterio pascual de Jesucristo, que se cumple en el querido padre Juan. “Un día fue recibido en la familia de los hijos de Dios por el bautismo, quedando para siempre incorporado a Cristo. Otro día, por medio del Sacramento del Orden, fue hecho signo e instrumento de Cristo, Cabeza y Pastor de la Iglesia. Desde entonces, sus manos, sus labios y su corazón han estado consagrados al ministerio presbiteral. Nuestra presencia aquí quiere ser expresión de gratitud al Señor por el don de la vida sacerdotal de su siervo, y súplica confiada de que participará en el banquete celeste el que tantas veces presidió la Eucaristía en la tierra”, se expresó.

La Eucaristía fue presidida por el Pbro. Edgardo Betancur Candia, párroco de San Miguel Arcángel, concelebraron el Pbro. Juan Andrés Basly Erices, vicario general; Pbro. Carlos Hernández Cordero, canciller de la Diócesis, y párroco de la parroquia Santo Tomás de Villanueva, donde el padre era vicario, junto a sacerdotes diocesanos.

” La misión de anunciar el Evangelio de Cristo”

Tres signos marcaron el inicio de la liturgia fúnebre, que fueron colocados  por diversos hermanos  que formaron parte y compartieron la vida ministerial del padre Juanito.

El diácono José Carrasco, encendió el cirio pascual, ” Junto al cuerpo, ahora sin vida, de nuestro hermano Juan, presbítero, encendemos, oh Cristo Jesús, esta llama, símbolo de tu cuerpo glorioso y resucitado…”

Posteriormente, se colocó sobre el féretro, la estola y casulla de su ordenación sacerdotal, este signo lo realizó  el Padre Carlos Hernández Cordero, párroco de Santo Tomás de Villanueva, ” Mira, Señor, con misericordia, a tu siervo Juan, que, mientras presidía en tu nombre, la asamblea de los fieles, llevaba esta vestidura de fiesta; y concédele ahora, revestido de gloria en tu presencia, te celebre con tus santos eternamente”.

El diácono Nelson Matamala, dejó sobre el féretro, el Evangeliario, “Que nuestro Hermano, el presbítero Juan, que tuvo en este mundo la misión de anunciar el Evangelio de Cristo, goce ahora contemplando, cara a cara, aquella misma verdad que, ya cuando vivía, en la luz iluminada por este mundo, símbolo de la  Palabra de Dios y nos predicó”.

Al iniciar la Liturgia de la Palabra,  se dijo que “La vida de los presbíteros debe ser una entrega a Cristo y a la salvación de los hombres. Cada día se va consumiendo como holocausto en unión con el sacrificio de Cristo. Se va forjando así una identificación tal con el Señor, que nada podrá romperla. La misma muerte se hace también ofrenda para la vida eterna, de los que un día estuvieron confiados a los cuidados del pastor”, luego, las lecturas fueron leídas por algunas hermanos de la comunidad.

El padre Juan buscó refugio en Dios”

El padre Edgardo, destacó en su homilía, aspectos de su vida, de una fe muy profunda, inculcada desde muy pequeño en su familia. ” El Señor nuestro Dios nos ha visitado y a llamado ciertamente al que estaba más preparado que todos, al padre Juanito. Queremos agradecer, testimoniar, sobre todo con el silencio, nuestro afecto, nuestra compañía a la familia, a su hermanas las señoras Laura, María y Rosario”.

Resaltó que: ” El padre Juanito siempre estaba dispuesto, no sabía decir que no (…) el Señor lo llamó, lo buscó, tocó a su puerta y él lo dejó entrar en su corazón y Juanito fue cambiando. Es el Señor el que llama, a su fe y al ministerio al padre Juan (…) Él era un hombre bueno, que le abrió su corazón a Dios, Él hizo su obra”. Continuó señalando que: ” el padre Juan buscó refugio en Dios en medio de sus problemas, de la aflicción de sus enfermedades y Dios los escuchó, lo atendió y lo fue cambiando. Buscó la paz en Dios en medio del sufrimiento. Desde su fe comenzó a ver la vida desde otra manera, muchos somos testigos de ello, cientos de personas que vinieron a despedirse dan fe de aquello (…) su veneración por el sacerdocio era notable, un hombre sencillo, humilde, servicial, de mucha fe, muy creyente, un hombre de oración”.

Presentación de Dones

En la Liturgia Eucarística, se presentaron el pan y el vino, frutos de la generosidad de Dios y del esfuerzo, el sudor y el trabajo de los hombres y mujeres de nuestra tierra. Estos mismos dones, convertidos por la acción sacramental, animaron y alimentaron al Padre Juan, en su ministerio sacerdotal, hasta el último día en este mundo.

Posteriormente, el padre Carlos Hernández, párroco de Santo Tomás de Villanueva de la ciudad de Temuco, se dirigió a los presentes y manifestó su sentir a nombre de la comunidad parroquial a la partida del querido vicario, ” Quiero expresar mis más sinceras condolencias a las hermanas del padre Juanito, a sus familiares, a sus cercanos. Estamos tremendamente afectados con su pascua pero inmensamente fortalecidos en la fe y en la esperanza que nos da Jesucristo resucitado”.

El padre Carlos se refirió a un mensaje que el papa Francisco dirigió sobre la cercanía, señalando que:  ” Juanito era un modelo sacerdotal a seguir, un testimonio de vida entregada que vale la pena recordar y agradecer  al Señor (…) el padre Juan fue siempre muy cercano, muy tierno con el Señor, fue un hombre sensible, que vivía una intimidad muy fecunda de relación con el Señor. Una vida de oración, de piedad eucarística, era muy delicado, muy fino con el Señor sacramentado, muy fiel con la liturgia de las horas, a la eucaristía,  a la Adoración al Santísimo, un hombre que vivió profundamente su cercanía con Dios.”
Destacó también que: ” El padre Juan fue muy fiel al obispo, muy obediente, siempre preocupado de los detalles, muy fraterno, de cercanía con los sacerdotes, de trato deferente y respetuoso (…) el padre Juan fue un hombre que vivió intensamente su ministerio sacerdotal, la caridad pastoral la hizo vida. Fue muy edificante para mí el compartir con él en la parroquia Santo Tomás, fue una convivencia muy linda”, expresó el padre Carlos.

Al concluir la misa de exequias del padre Juan, el féretro donde reposaba su cuerpo,  fue asperjado con agua y perfumado con incienso. Luego, en procesión fue acompañado hasta el Cementerio General de la comuna.