Queridos hermanos y hermanas:
Con gran alegría les saludo en la paz de Cristo, Señor Resucitado.
Como años anteriores, somos invitados en este tiempo de Pascua a renovarnos en el seguimiento fiel del Señor y en el compromiso con su Iglesia. De manera particular lo hacemos en un tiempo especial, en el que hemos recibido el llamado a vivir con entusiasmo y alegría la Misión territorial, afianzando así nuestro servicio y pertenencia a la comunidad de Jesús.
Desde el impulso misionero, nos damos cuenta que el amor a Jesús y a su Iglesia se realiza concretamente en la participación de todos los bautizados y bautizadas, según el propio estado de vida, en la misión a Ella encomendada; pero, además, este amor y compromiso eclesial, se manifiesta también, de un modo visible y eficaz, en la contribución generosa que cada fiel realiza colaborando activamente, con sus dones y carismas, y asumiendo solidariamente las necesidades económicas que la misión pastoral conlleva.
Pero, para asumir este compromiso desde el corazón, es bueno recordar, haciendo memoria agradecida, que todos hemos sido bendecidos por Dios. Sí, todos nosotros como su Iglesia reconocemos que Dios nos ha dado tantos dones –nuestras familias, amistades, posesiones materiales, talentos, habilidades, nuestras propias vidas– todo lo que tenemos viene de nuestro Dios tan generoso. Más aún en un desborde de generosidad, nos regaló a su propio Hijo; “En Él vivimos nos movemos y existimos”, dirá San Pablo (Hch 17,28).
En este sentido, el aporte del 1% de los ingresos que cada católico debe realizar a la Iglesia constituye un signo concreto de comunión eclesial y de corresponsabilidad en la tarea pastoral que la misma Iglesia desarrolla en el tiempo presente, mostrando nuestra gratitud por lo que Dios, nuestro Señor, nos ha dado.
Hermanos y hermanas: en este tiempo de Misión territorial, les invito a tomar conciencia de la responsabilidad que cada uno tiene dentro de la gran Familia que es la Iglesia. Son muchas las necesidades y trabajos que hoy nos desafían y nos apremian y, por lo mismo, el aporte generoso y constante de cada uno de ustedes resulta fundamental.
Iniciamos así en nuestra Diócesis, la Campaña de Renovación del 1%, para ello nos encomendamos a María Santísima y especialmente a San José, nuestro Patrono, implorando su intercesión para que así todos los que formamos parte de esta Iglesia diocesana permanezcamos fieles en el compromiso misionero que el mismo Señor Jesucristo nos ha confiado.
Dios les bendiga con su constante bondad y misericordia
Pbro. Rogelio Henríquez
Vicario de Pastoral
Temuco, mayo del Año del Señor 2014