En este día domingo, celebramos la Solemnidad de San José, custodio del Señor Jesús, esposo de la bienaventurada Virgen María y patrono de nuestra casi centenaria Diócesis de Temuco.
Tras vivir todo el clero diocesano días de retiro espiritual, compartimos la Santa Misa de este querido santo el viernes recién pasado donde nos acompañó e iluminó con sus palabras, monseñor Alberto Lorenzelli, quien nos señaló que en
San José vemos un reflejo de la paternidad de Dios.
Es el Padre que, desde toda la eternidad, engendra la Palabra que es Dios, que está en Dios. El Padre que en la plenitud de los tiempos hace partícipe de esta paternidad suya a José al cual le llamaremos Padre; no padre según la carne, Padre según la promesa.
San José, un hombre justo, así lo define el Evangelio, es aquel que está abierto a Dios, comunión de amor, así lo dice la Sagrada Escritura, “es la persona que sabe ver con asombro la acción de Dios en su vida y en el mundo. Es justo, es la
persona que respeta el designio divino, la voluntad divina y acoge reverente las exigencias del plan de Dios. Es San José, un hombre tan justo, que no quería revelar el misterio de María. Al ser un hombre de Dios, descubre que el Señor está
obrando algo grande y maravilloso en la vida de su esposa María”.
Nuestro santo, es respetuoso de los planes de Dios y porque hasta ese momento no tiene señal alguna que Dios quiere que tome parte activa en la obra de la reconciliación, San José decide alejarse respetuosamente. Pero apenas Dios lo
hace saber en sueños que quiere que él tome parte activa en su plan de salvación, San José será el hombre obediente que se abre a las exigencias del plan de Dios con absoluta generosidad para custodiar a María y al Verbo Eterno, ya vivo y presente en el vientre virginal de su esposa.
En este día, vemos el gran ejemplo para todo padre llamado a amar con ternura y dedicación a su esposa, y a custodiar el don sagrado de la vida de sus hijos desde su concepción y, luego acompañar su crecimiento saludable a lo largo de las diversas etapas de su vida, tanto en lo humano como en lo divino.
No podemos dejar de recordar, las palabras de nuestro querido pastor, monseñor Héctor Vargas, quien gobernó su querida diócesis por nueve años, y recientemente cumplió su primer aniversario de su partida a la Casa del Padre, él nos dijo “José, un hombre clave en la historia de la salvación y a la vez, silencioso, discreto, como buscando ser desapercibido, lejos de todo protagonismo.
San José además era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo. San José,
protector de los sufrientes y de los vulnerables y es por lo mismo, que la Iglesia no puede dejar de amar a los más pequeños, porque Jesús ha puesto en ellos su preferencia y se identifica personalmente con ellos. De José debemos
aprender el mismo cuidado y responsabilidad: amar al Niño y a su Madre, amar los sacramentos y la caridad, amar a la Iglesia y a los pobres, en cada una de estas realidades siempre estará el Niño y su Madre. Hoy en día, en la sociedad de nuestro tiempo pareciera haber una preocupante orfandad de padres, también la misión de la Iglesia de hoy en día, necesita de laicos, consagrados y pastores que testimonien la paternidad de José y de Dios”.
Que en este tiempo de Cuaresma, San José, nuestro santo patrono, nos proteja y colme de bendiciones, a su pueblo y al nuevo pastor, monseñor Jorge Concha Cayuqueo, que en las próximas semanas asumirá e inicia su peregrinar en estas
tierras de La Araucanía.
Escribe: Pbro. Juan Andrés Basly Erices, Administrador Diocesano, Diario Austral de Temuco.