Diócesis de Temuco

Un Santo en Temuco

 

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UN INOLVIDABLE 5 DE ABRIL NUNCA OLVIDADO

[dropcap]A[/dropcap] las 4 de la madrugada de ese domingo 5 de abril de 1987 ya estaba listo para partir a Pampa Ganaderos. La madrugada nos envolvía con una densa niebla y nos acompañaba con el rumor de cientos de peregrinos que orando y  elevando cánticos nos abrían paso reconociendo no sin dificultad el distintivo de la Comisión Diocesana Visita del Papa.

Pasadas las 6 de la mañana y ya instalados en el elevado, amplio y hermoso estrado, obra del arquitecto Rolando Rocha, saludamos a un auditorio invisible que nos respondió a voz en cuello y, desde ese instante, hicimos incansable oración, cantamos y ensayamos  aclamaciones hasta cerca de las 9 de la mañana.

A las 8.40 se inició un breve acto con que los campesinos quisieron “abrazar” a sus hermanos mapuche con folclore de la zona central en las voces de los cantores José y Ruperto Cordero Fuentes, de Paine el primero y,  Malloco, el segundo. Luego nos sacudió la recia creación del poeta popular de Quillota, José Vergara, que dio paso al saludo oficial de los campesinos de Chile , entregado a la responsabilidad de Gustavo Díaz Fabres, animador de la Comunidad Cristiana “Pataguas Cerro” de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Pichidegua, Sexta Región.

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A esa hora, Don Sergio Contreras pasó por el lugar de nuestra animación y, como buen anfitrión y además, padre y pastor,  muy preocupado me pidió guardar voz para poder recibir con igual entusiasmo al Santo Padre.

Coincidiendo con la Eucaristía que el Santo Padre celebraba a esa hora con el mundo del trabajo, en Concepción,  vivimos  la nuestra presididos por el Obispo de Temuco, y de la que participaron  los  obispos Sixto Parzinger, Miguel Caviedes, Camilo Vial,  Patricio Infante y Carlos González, además de un importante número de sacerdotes y diáconos.

Los miles de peregrinos congregados en el lugar  no veían nada de lo que ocurría ya que la niebla se negaba a rasgar su manto que cubría  el centro de la Pampa donde se levantaba el Rehue  junto a la mesa del altar. No obstante, escuchando el coro dirigido por Fernando Trujillo y las voces de los celebrantes, pudimos participar como Familia de Dios en  la Cena del Señor.

En un momento muy especial de la historia de nuestra Patria, destacó  dentro de la Eucaristía, la Oración del Padre Nuestro que hicimos con nuestras manos enlazadas elevadas a un cielo que, inmensamente azul, comenzó a abrirse con curiosidad. 

 

LLEGÓ EL MOMENTO

Juan Pablo II y Mons. Vargas 

La  mañana se nos iba. Luego de la Eucaristía,  junto a los peregrinos que llegaron hasta de la argentina ciudad de Junín de los Andes –donde vivió algunos años hasta su muerte en 1904, nuestra beata Laurita Vicuña-  tuvimos un tiempo para recobrar las fuerzas gastadas en el camino y en la anhelante espera.

Más allá del mediodía, el avión que traía al ilustre peregrino, sobrevoló la Pampa y allí comenzó a desatarse nuestra contenida alegría.

Las modernas comunicaciones nos permitieron seguir el Papamóvil en todo su desplazamiento  desde el aeropuerto y, mientras se acercaba, crecía visiblemente nuestra ansiedad  y aumentaba notoriamente mi ritmo cardíaco.

Al aparecer el Papamóvil estallamos en gritos, cantos, aclamaciones con un agitar de pañuelos y banderas…  y también lágrimas, especialmente de los enfermos que en primera fila pudieron recibir las palabras de esperanza y la bendición reiterada del Pastor universal.

Sí, por fin había llegado el día tan esperado. Allí estaba, dominando con su sonrisa interminable a la multitud que lo acogía entonando incansable el Himno de la Visita y repitiendo una y otra vez aquello de: “Juan Pablo, Amigo, Araucanía está contigo”.. Allí estaba Juan Pablo enmarcado por los alegres colores de los motivos mapuche del escenario, acompañado por los maestros de ceremonia, Padre Marcos Uribe y José Bastías. Además, el acólito Esteban Villagrán que, muy serio, protegió responsablemente al Papa de los rayos solares con un gran paraguas blanco, siendo el único laico que durante el acto  pudo permanecer en tan privilegiado lugar.

Una vez restablecida la calma, luego de la multitudinaria acogida, pude decir con voz emocionada: “Hace 500 años que esperábamos esta visita y, hoy, el Señor nos hace este regalo en la persona del sucesor de Pedro, Juan Pablo II, Mensajero de la Vida…” dando paso de inmediato a la  Celebración de la Palabra en la que se subrayó la importancia de este encuentro del Pontífice con Campesinos y el Pueblo Mapuche.

Es bueno recordar aquí que, cuando en Roma se le proponía al Papa su programa a desarrollar en Chile, preguntó ¿qué justificaba su venida  a Temuco? Al ser informado de que aquí vivía el Pueblo Originario más  numeroso del país no sólo aceptó la propuesta sino que, además, agradeció la sugerencia.

La dulce, pero potente voz de Juan Pablo, llenó el campo del encuentro y las cuatro distancias de nuestra Región..Nuestros corazones se ensancharon con su invocación en mapudungun a la que respondieron miles de gargantas  de hombres y mujeres, jóvenes, ancianos y niños mapuche.

0107Visiblemente emocionado, Don Sergio Contreras, saludó al Papa en nombre de la Región de La Araucanía y, luego harían lo propio, Gabriel Nahuel , representante del Pueblo Mapuche y, Sonia Collao, por encargo de los campesinos de Chile.

La ceremonia estuvo rica en signos, entrega de regalos, lectura de la Palabra, Oración  Universal que abrió el sacerdote mapuche, Severiano Alcamán seguido por una mujer y un varón mapuche, una religiosa campesina y un varón y una mujer campesinos.

A  no dudar, la esperada homilía del Papa viajero quedó grabada para siempre en cada corazón y en cada rincón de La Araucanía y, en especial aquella afirmación: “Al defender vuestra identidad, no sólo ejercéis un derecho, sino que cumplís también un deber: el deber de transmitir vuestra cultura a las generaciones venideras, enriqueciendo de este modo, a toda la nación chilena, con vuestros valores bien conocidos: el amor a la tierra, el indómito amor a la libertad, la unidad de vuestras familias”.

Otros gestos, más plegarias, pero tenía que llegar la hora del adiós y nuestros pañuelos volvieron a agitarse junto con las voces enronquecidas que le pedían no se fuera de esta tierra “donde- se lo dijimos al cerrar el guión- lo amamos y necesitamos tanto”.

Y la mano del sucesor de Pedro se elevó diciéndonos adiós  bendiciéndonos incansablemente.

Al  término del acto, pude acercarme tímidamente al Pontífice, besar su tibia mano y escuchar su cálida pregunta: “¿Y tú quién eres?”. Escuchar mi respuesta y animarme paternalmente con su bendición  a continuar la misión que, hoy, con la misma emoción de aquella tarde inolvidable, encomiendo al  Beato Juan Pablo II que, estoy cierto, no ha olvidado ni uno sólo de los rostros que con inmenso amor le acogieron jubilosos en Pampa Ganaderos aquel 5 de abril.

Cuando todos habían abandonado el lugar: periodistas,  peregrinos, autoridades, religiosos, absolutamente solo me senté cansado pero feliz en la grada más alta del estrado. Comenzaba a caer la tarde y con los últimos rayos de sol volví a ver el rostro del Papa y a escuchar las voces que, inagotables volvían a corear: “Es hermoso ver bajar de la montaña, los pies del Peregrino de la Paz”. Y en medio de la silente soledad agradecí al Creador por el regalo de ese día en que monseñor Contreras, a nombre de todos los habitantes de esta porción de Chile le dijo al Pastor de la cristiandad: “Un nuevo estilo de nuestra existencia pensamos que surgirá de este encuentro tan afectuoso con el hombre que por Providencia del Señor está puesto para ser educador en la fe de la humanidad, recordándonos que los hombres de todas las razas, pueblos y naciones, somos hijos de un Padre común”.

¿Habremos hecho nuestro el mensaje del Padre Común  y construido ese nuevo estilo de vida? Esta es también una buena fecha para revisarnos y renovar nuestros compromisos.

Por el diácono y periodista Alfonso Zúñiga Fontecilla

 

TELEGRAMA ENVIADO POR SU SANTIDAD JUAN PABLO II

MONSEÑOR SERGIO CONTRERAS

OBISPO TEMUCO

VICUÑA MACKENNA 570 CASILLA 40-D

TEMUCO

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AL REGRESO DE MI VISITA PASTORAL A ESA NACION AGRADEZCO PROFUNDAMENTE A USTED A LOS DEMAS HERMANOS EN EL EPISCOPADO SACERDOTES RELIGIOSOS RELIGIOSAS Y FIELES DE ESA QUERIDA ARQUIDIOCESIS DE TEMUCO Y DE TODA LA REGION LAS CONSTANTES MUESTRAS DE AFECTO Y CERCANIA QUE SE CONVIERTE AHORA EN PLEGARIA POR UNA MAYOR FIDELIDAD A CRISTO REDENTOR Y POR UNA CRECIENTE CONCORDIA FRATERNA Y CONVIVENCIA JUSTA ENTRE LOS AMADISIMOS HIJOS E HIJAS DE CHILE A QUIENES REITERO DE CORAZON MI BENDICION APOSTOLICA

JOANNES PAULUS PP II

 

TESTIMONIO DE MONSEÑOR SERGIO CONTRERAS NAVIA

 

“Para mi Juan Pablo II significa un Sumo Pontífice de gran personalidad y que aportó a la gente, con una capacidad muy grande de comunicación.

Cuando estuve con él en su visita a Temuco, sentí una gran alegría por su presencia y de mucha emoción por los encuentros y de las realidades que pudimos testimoniar en su visita.

Era un hombre muy especial, con muchos dones personales y una capacidad de comunicación muy grata.

Es importante destacar que aquellas personas que no lo conocieron porque eran más jóvenes, que vean el significado que tiene un hombre de Dios que se ocupó del bien de tantas personas.

Estoy muy contento por todo esto, porque cuando vino yo era obispo de acá.

El tenía una gran capacidad para llegar a la gente que no conocía y trataba de inmediato con ellos con mucho cariño.

Cuando vino para la Diócesis fue muy rico, a pesar de la pobreza, la riqueza del espíritu se manifestó. Entonces, la venida de él si bien hubo una gran preocupación por prepararla, su propia presencia fue una gran riqueza, la población que vivió la experiencia fue bastante grande y la vivió con mucho interés y afecto, fue una riqueza que vivió Temuco, fue algo muy especial.”